EL YIN-YANG
DEL
TUI-SHOU(3)
Texto: Félix Bargados
“Ningún viento es favorable para el que no sabe adonde dirigirse”
Para saber adonde se dirige
el barco de la iluminación interior en la práctica del Tai-chi-chuan, lo
primero que hay que saber es ¿Qué es en verdad el Tai-chi al que me dirijo?
¿Son sólo movimientos
surrealistas hechos al vacío?
¿Es algo que me relaja por
el simple hecho de hacerlo?
¿Existe en el Tai-chi una
magia que, sin ton ni son, cura enfermizas dolencias?
Todo el mundo tiene derecho
a vivir estupidizado en la jauja de los mundos de Yupi. Pero como yo no soy de
los que por alabar sólo lo bueno, alaban también lo malo; y a eso se puede
añadir que para quien nada es malo, nada es tampoco del todo bueno. Por eso me
siento en la obligación de advertir que, quien en su rosada inocencia, piense
esas rancias chifladuras, es que está nadando en el limbo de una parafernalia
fantasiosa que no deja de ser una falacia mental para evitar entrar en el
verdadero tema de profundidad que propone el Tai-chi. Y bien sabido es que, cuando
el cedazo que criba separando la verdad de la falsedad no está en buenas manos,
puede transformarse en un pandero. Y en este caso, puede transformar el Tai-chi-chuan
de cualquier alma-cándida, en obtusas gazmoñerías ejecutadas lentamente y al buen
tuntún.
Bien, al margen las opiniones
personales sobre mixtificaciones, el Tui-shou es la “prueba del algodón” del
Tai-chi y el alma de su verdadera práctica.
Por tanto, conocer la
filosofía del Tai-chi en sus entretelas, es conocer el viento que mueve el Tai-chi-chuan,
como conocer la estrella solar es conocer la luz que ilumina el día.
Y conociendo el sentido que
anima al Tai-chi, conoceré el Tui-shou.
Tai-chi es un hermoso concepto
filosófico que significa “máximo eje
supremo”. Metáfora del eje de una balanza precisa y muy sutil, a través del
cual se equilibra en unidad y melodía toda fuerza que se deposita sobre ella. Y “Tai-chi-chuan es la filosofía hecha
carne en preciosos movimientos que inspiran a la sensibilidad del alma.
Pero a un lego en la materia, decir todo esto, sería como no decir
nada. Por eso creo que para que todo el mundo lo entienda, debo verter una
explicación más atinada sobre el significado del bello concepto “Tai-chi-chuan”,
que podría ser: “El supremo y definitivo
sistema de auto-control para armonizar en cualquier situación de la vida”.
El carpintero que construye
el barco dobla una tabla.
El Taoista del Tai-chi-chuan, se zambulle en
el Tui-shou para moldearse a si mismo en el camino hacia ese estado brillante
del alma en armonía.
Esta armonía a la que nos
referimos todo el tiempo, es el lugar tranquilo en el que navegamos mientras el
exterior sigue su ritmo frenético. Para decirlo de otra manera, el ojo en calma
del huracán.
El TAI del Tai-chi.
El TAI es el ojo en calma.
El eje máximo supremo en
calma que equilibra los opuestos.
Y aunque su sentido de práctica termina por ser espiritual, en lo que se refiere a
armonía Universal, e incluso terapéutico, en lo que se refiere a abrir los canales
energéticos del cuerpo, su ámbito de
práctica se fundamenta en suaves situaciones combativas, muy controladas
(Tui-shou), que hacen posible la práctica de mantener el equilibrio de los
opuestos en “situaciones problema” recreadas, pacificando el alma en el centro
tranquilo del ciclón, para luego aspirar a afrontar el reto en la esfera de la
vida cotidiana.
En este sentido y visto el
sentido del Tai-chi, ya me veo en el momento oportuno de explicar el Tui-shou,
y lo haré desde la enriquecedora perspectiva del símbolo Yin-yang, que
representa con total acierto los opuestos en movimiento armónico:
El Tui-shou se patentiza en
el conocido símbolo del Yin-yang, diseñado hace más de 2.500 años.
Este doble pez enroscado,
tiene dos partes, una blanca con un ojo negro, y una negra con un ojo blanco.
El pez blanco significa un
opuesto de las cosas. Depende de lo que se hable será el opuesto más firme.
El pez negro significa el
otro opuesto de todas las cosas. Y como estos conceptos son relativos, se
refiere al opuesto más suave.
La teoría natural del Tui-shou
es que todo cambia menos la Ley
del cambio mismo.
-¡Camarero! Esta fruta está
totalmente podrida.
-¡Eh, eh! Usted mismo me
dijo el mes pasado que esta misma fruta estaba verde.
Todo cambia.
Y como nada permanece
eternamente igual, toda cosa cambia porque en su interior posee el germen de su
opuesto que crece, y eso es lo que representa el ojo del pez. Entonces, cuando
una cosa llega al máximo de su naturaleza, comienza a transformarse en su
opuesto.
En relación al cambio hacia
el opuesto, un anciano maestro Taoista solía mudarse de pueblo, por un motivo
muy práctico: Vivía en un pueblo
hasta justo antes de empezar a ser famoso, en ese momento se mudaba a otro
pueblo, porque era consciente de los opuestos que se intercambian, y por tanto,
de que después de la fama viene la
difama.
Quizá eso sea muy loco,
pero eso no le quita la razón.
Porque en otras palabras,
cuando algo alcanza el punto extremo, se empieza a convertir en lo contrario.
Una cosa es causa de la otra. Este sistema de cambio complementario es un
principio continuo. A raíz de esta argumentación, será fácil deducir que las
cosas opuestas no están en conflicto, sino que son interdependientes, hay
cooperación y alternancia.
Bueno, pero todo lo dicho
puede resultar muy teórico.
Las cosas del Tui-shou,
pese a su magnificencia y esplendor, son siempre más fáciles de lo que parece
desde un punto de vista teórico, y la espiritualidad no es algo tan misterioso
como pueda parecer, está en las cosas mundanas. Al igual que la piedra angular
de un templo no es menos misteriosa que la más profunda de sus cimientos.
- Doctor cuando tomo café
me sucede algo misterioso y extraño, me duele el ojo derecho.
- ¡Pues saque la cucharilla
de la taza!
La sencillez en la praxis
de los opuestos que en realidad se intercambian en cualquier ejercicio del
Tai-chi, alcanza su punto máximo en la práctica del Tui-shou, pero antes, y
para ir acercándonos a la idea del mismo, valga como ejemplo tan complejo para
un cerebro, como simple para un cuerpo, del hecho tan prosaico de “caminar”.
Veamos como es para el
cerebro lo que sabe el cuerpo:
Cuando caminamos, los pies
están constantemente en alternancia acción-inacción, firme-suave. arriba-abajo.
Cuando una pierna está
abajo, hace fuerza para propulsar el cuerpo. Esa sería la fase Yang. Mientras
que cuando la pierna está arriba, no hace falta fuerza para bajarla, es la
pierna Yin. Cada pierna en si, no está continuamente de una manera. Hay
alternancia de firmeza y suavidad. De Yin a Yang. Esta alternancia es lo que nos
impulsa. Una alternancia tan natural como precisa, que la mente no puede
controlar. Sólo un cuerpo bien entrenado y una mente en calma y sin
interferencias podría. Esa precisión natural está fuera del dominio de la mente
que explica y razona. Por eso la armonía se demuestra andando, puesto que la
mente racional tiene sus límites, y pensarlo o explicar mucho, lía más que
aclara.
Como el caso de una
telefonista deletreando:
-F de Farcelona, Z de Zevilla… Un momento, un momento por favor, que
me estoy liando…
A esta inenarrable alternancia Yin-yang que
sólo la mecánica corporal, no la mente, puede comprender la entendemos como “armonía
natural”.
Entonces, la filosofía de
armonizar los opuestos en no-resistencia del Tui-shou aconseja:
Ser espontáneo, en el
sentido de actuar con frescura cuando sea el instante preciso.
Pues, para comprender el funcionamiento
de la no-resistencia en los opuestos, e ir acercándonos más a lo que
verdaderamente es el Tui-shou y como se lidia y transforma la energía del
contrario, pensemos en términos abstractos. Y para ello, valga el prosaico
ejemplo de los tres trabajadores, que aunque en un terreno muy prosaico, se nos
ha mostrado sumamente revelador:
Un trabajador A-1, encaramado al
primer piso, lanza un ladrillo al trabajador A-2 que es novato. Este placa
firmemente el ladrillo trabando sus piernas y poniendo su cuerpo rígido, tal y
como se entiende por una persona normal y corriente. Después arranca con un
nuevo impulso, que sabe a tosco, lanzándolo al trabajador A-3 que está en el
primer piso de un edificio colindante. Esta operación se realiza una vez tras
otra, muchas veces hasta que el trabajador A-2 se desfonda y ya no
puede más.
Entonces lo sustituyen por el
experimentado trabajador B-1, y aquí viene la parte provechosa de la metáfora.
En este caso, B-1 no frena el ladrillo de A-1, sino que lo amortigua con sus
brazos y piernas y usa la amortiguación con el “efecto columpio”
que le ayuda a lanzarlo a A-3 ¡Sin gastar ni una gota de energía! Y además sin
sufrir ningún impacto en sus manos. Este es un ejemplo muy simple que a parte
de demostrar que los trabajadores saben cosas que a veces los humanos ni
sospechan, también demuestra la mecánica del Tui-shou para la comprensión de la
no-resistencia, que es la ley máxima en arte marcial supremo, y el encanto de
la vida.
Bien sentado todo lo
anterior, ya estamos cerca de comprender el funcionamiento inteligente del
Tui-shou.
Veamos por fín como funciona
el Tui-shou a grandes rasgos:
Cuando el oponente A-1 envía
su energía al oponente A-2, este armoniza con el, y en vez de enfrentar la
energía, lo invita con la suavidad, y pivotando sobre un eje virtual, lo lleva
a A-1 en la dirección de su propia energía. Pero A-2 llegará un momento en el
que su energía llega al extremo y se transforma, a través de su eje virtual
sobre el cual gira, en suavidad. En ese momento A-2 aplica su energía cuando
A-1 está suave. En ese momento el otro se adaptará, ambos aplicarán el Yang
donde el otro está Yin, y el Yin donde el otro se vuelve Yang, siempre girando
a través de un eje central. Ese es el “máximo eje supremo” o simplemente el “eje
supremo” al cual nos referíamos al explicar el termino “Tai-chi”.
Para conseguir esto sin que
interfiera la mente, hay que olvidarse de uno mismo (del ego).
Y para olvidarse de uno
mismo hay que aligerar los pensamientos y emociones a base de estar centrado en
el Dan-tien. Pero que no sea solo de boquilla, sino real.
-Fran ¿tu eres rencoroso?
-No, pero el que me la hace
la paga.
No hay que luchar contra el
oponente ni tratar de someterlo.
El oponente no está
separado de nosotros, sino que es complementario a nosotros. La idea es
ajustarse a él en armonía con su movimiento. Sobreponerse al oponente cediendo
ante él y utilizando su fuerza contra él mismo. Y es bueno saber que, en las
dificultades, uno debe entrar en armonía para superarlas.
Cuando el se expande, hay
que replegarse; y cuando el se repliega
hay que expandirse en una interacción continua.
Nunca hay que ubicarse en
oposición frontal contra él, sino que en vez de eso, hay que acompañarle siendo
parte de él. Es como seguir la corriente de agua. Ni ir contra corriente ni
quedarse quieto en ella. Fluir con la corriente. Esto no es más que dignificar
el concepto Yin. La suavidad y la flexibilidad está asociado a la supervivencia
del mas apto. El que mejor se adapta.
El proceso continuará así
hasta que deseen detenerse.
Es así
como funciona el Tui-shou.
Cuando se adquiere la
sensación de fluir en armonía, tanto el cuerpo como la mente se impregnan de la Armonía Universal.
Y para eso basta con unirse al oponente, gozar del intercambio armonioso de energías.
Puede que sienta un poco de incomodidad por el orgullo e intransigencia del
ego. No hay necesidad de protegerse dentro de la ego-fortificación mental de
creencias que formen una cortina de humo llena de ilusiones falsas.
En vez de eso, durante el
Tui-shou, si no quiere ser desenraizado por falta de armonía, debe desapegarse,
desescudarse, ceder, entregarse. Sin tensiones ego-protectoras, sin
agresividad, sin pensamientos, sin deseos. Pero si por fuerza se tienen deseos,
que tales deseos sean derretirse como la nieve al sol y transformarse en el
arroyo de montaña que canta su melodía en la silenciosa noche.
Lo cierto es que, este
abandono total puede ser considerado por muchos como una locura. Y…si…La verdad, puede que
sea una locura. Pero
tras mucha práctica de Tui-shou, he llegado a la agradable conclusión de que, en un poco de locura reside
mucha cordura.
Artículo Original de Félix BargadosFélix Bargados
Artículo Original de Félix BargadosFélix Bargados
Todos los derechos reservados.
CONTINUARA...
CONTINUARA...
No hay comentarios:
Publicar un comentario