PRIMER CONTACTO EN
TUI-SHOU(4)
Autor: Felix Bargados.
“Desde el rabo todo es toro”
En los detalles radica la
diferencia entre un experto y un novato.
Debemos iniciar las cosas
igual de bien que sea la cosa en sí.
Ser cuidadoso, y no ser
negligente, queriendo las cosas de cualquier manera en los inicios.
En una zapatería:
- Por favor, quería unos
mocasines.
- ¿De que color?
- Del que sea, siempre que
sean iguales…
Los detalles importan.
Entonces, para no desdecir el hacer del decir, me veo inducido a explicar correctamente LOS DETALLES DEL COMIENZO del Tui-shou. Y digo lo de correctamente porque, a la experiencia de los hechos, nos hemos vuelto conscientes de que a veces se es negligente al principiar el Tui-shou, sin vulnerar sus principios.
Entonces, para no desdecir el hacer del decir, me veo inducido a explicar correctamente LOS DETALLES DEL COMIENZO del Tui-shou. Y digo lo de correctamente porque, a la experiencia de los hechos, nos hemos vuelto conscientes de que a veces se es negligente al principiar el Tui-shou, sin vulnerar sus principios.
Bien, como esto es difícil
de comprender así a bocajarro, antes de entrar en este tema tan interesante,
deberemos contextualizar un poco el asunto…
Demos un pequeño pero
clarificador rodeo para tomar el tema bien provistos de conocimiento previo. O
sea, vayamos primero al principio… y
después al comienzo.
EL PRINCIPIO
Esto
tiene un motivo: el motivo es que “la
vista engaña”.
De
hecho, la piel es más fiable que la vista, por eso el pequeño detalle de la importancia
del contacto con la piel en Tui-shou. Y esto es algo que se puede explicar.
Los
reflejos específicos táctiles son mucho más rápidos que los ópticos. Está
afirmación no necesita más demostración que recrear mentalmente el siguiente
experimento: si le pinchan con un
alfiler, se moverá más rápido que si ve la alfiler acercándose.
Así de
fácil.
Por ese
motivo, en Tui-shou se privilegia el uso del tacto sobre el visual, sobre todo
en el periodo inicial de aprendizaje.
Pero si
usted tiene una mente más científica, se me ocurre explicárselo desde otro
punto de vista. Es una digresión muy corta, no se preocupe:
Cuando
se activa el sistema táctil, la información propioceptiva funciona instantánea
a modo de sensor proporcional diferencial (alargamiento de husos musculares y
la tensión de los órganos de Golgi) enviando la señal a más de 100 m/s a través
de las fibras rápidas aferentes hasta el receptor, que es la sustancia blanca
de la médula, que activan la estructura motriz gris. El proceso es
monosináptico, solo interviene una sinapsis, por eso es tan rápido.
Por el
contrario, el arco reflejo, a través del ojo, transcurre a través del nervio
óptico hasta el quiasma óptico a unos 15 m/s, y desde ahí hasta el genículo
calcarino del lóbulo occipital, en la corteza del cerebro. Después se activan
las fibras nerviosas eferentes. Este reflejo externo polisináptico es mucho más
lento. Para decirlo con otras palabras menos técnicas, en el sistema óculo-mano la información da un rodeo, mientras que en el
sistema piel-mano la información viaja en linea recta. Y la línea recta,
como es bien sabido, es la línea más corta, y por tanto más rápida, entre dos
puntos. Y en las distancias cortas de la pelea real o en este caso, del
Tui-shou no se puede andar con bromas.
No hay que desperdiciar fracciones de segundo, cuando de ellas depende
el resultado óptimo.
A estas
alturas alguno ya se estará preguntando ¿pero el Tai-chi-chuan no se realiza
con lentitud?
Sí,
puede ser. Al principio sí. Pero esta, la lentitud, no es un principio.
De hecho, el
Tai-chi-chuan se puede realizar a cualquier velocidad.
Sin embargo, y aunque el Tai-chi-chuan siempre se hiciese lento, la velocidad interna de cambio de intenciones es máxima.
Sin embargo, y aunque el Tai-chi-chuan siempre se hiciese lento, la velocidad interna de cambio de intenciones es máxima.
Vayamos
ahora al contacto inicial con el oponente.
Una vez
en contacto, no hay que preocuparse por lo que haya que hacer. El cuerpo ha
sido entrenado en las formas y posteriormente en los métodos, para saber lo que
tiene que hacer. Y lo sabe mejor que el cerebro.
También
tiene su explicación.
El cuerpo tiene más recursos de acción que la mente, y por eso
“no conviene pensar” cuando no se debe. El cuerpo nunca miente, el pensamiento engaña, las
palabras engañan.
-Camarero ¿tiene usted
ancas de rana?
-No señor, es mi forma de
caminar.
La
explicación es que, cuando observamos a un camarero con una bandeja repleta de
vasos llenos, moviéndose entre la gente, hablando y sin prestar la más mínima
atención a su bandeja. Puede dar la impresión de que se mejoraría más el
equilibrio si este vigilara atentamente su bandeja.
Todo lo
contrario.
En
efecto, el equilibrio y la regulación de este, no está controlado por la corteza
cerebral o cerebro pensante, sino de los “circuitos cibernéticos”, independientes del cerebro pensante y
de su control. Estos regulan el equilibrio por el fenómeno de retroalimentación
sincrónica.
Este ejemplo figurativo, nos lleva a la
conclusión de que ciertas acciones
sensitivas muy finas, precisas y sincronizadas, se hacen mucho mejor si no se
piensa. Este es el caso del Tui-shou, que no es más que un acto continuo de
meditación en movimiento, donde el trabajo del cuerpo lo realiza el cuerpo,
mientras la mente sólo enfoca su cursor de acción en la intención mientras permanece
en estado alerta-relajado, como un minino dispuesto a saltar sobre la presa.
En definitiva, necesita dominio de las intenciones y sensibilidades. No solo
el aspecto computacional de ejecutar lo que uno tiene en la cabeza, aunque eso
compagine bien con lo que hace el
adversario. Debe tener una comprensión continua y completa de lo que sucede en
cada momento y adaptarse a ello con la inmediatez que solo le puede
proporcionar el tacto e intuición bien
entrenados.
EL COMIENZO
Cuando
se realiza el primer contacto con el oponente en Tui-shou, los brazos toman
contacto delicado como lo harían dos pompas de jabón, que se adhieren entre si
pero no se rompen al contacto.
Entran en lo que se denomina “conexión”. En esta delicada conexión entran en juego, energías (Jin) sensibles (Jue).
Entran en lo que se denomina “conexión”. En esta delicada conexión entran en juego, energías (Jin) sensibles (Jue).
Las
energías en general (Jin), no sólo las sensibles, se refieren al modo de cómo se
usa el potencial del cuerpo humano en Tai-chi-chuan. Si cuando hacemos algo en
vez de usar el músculo al 100%, reducimos su uso, o no lo usamos, el resto es pura
energía vital CHI, todavía sin definición expresiva (la definición expresiva es
el Jin) que discurre a favor de la activación fascial, más el pensamiento "intención" que actúa en sinergia.
En un
músculo relajado, pleno de energía CHI, activado tendinosamente y con la mente intención relajada y enfocada en la acción, podremos hacer que este CHI llegue
hacia allí. De hecho y en cierto sentido, la intención (Yi), debe preceder al
CHI para guiar el flujo de energía. La intención debe viajar más lejos que la
energía, penetrando al objetivo, por eso hay que poner la mente más lejos que
la mano, y mientras que la energía puede detenerse, la mente no debe hacerlo,
debe de continuar y cambiar.
DEFINICION
DE LA ENERGIA ELASTICA
JIN
Los
movimientos que se realizan con los brazos durante el Tui-shou, al igual que en
las formas y el Chi-kung, no son movimientos circulares hechos con los músculos
“locales”, como podría ser el hecho de revolver el chocolate. Son en cambio, sutiles expresiones de la
energía. Es bien sabido que la vista engaña y la interpretación mental de los
hechos también
-Cariño, aquella chica de
la barra se ha girado varias veces y me ha sonreido.
-Nada raro cielo, cuando yo
te he visto por primera vez, también me partí de risa.
En vez
de malinterpretar, debemos pensar que el movimiento de los brazos, no es el
simple movimiento de los brazos, sin una expresión de la energía elástica
(Jin). Esta se manifiesta de las siguientes formas:
Como un
viento poderoso y magnético en el interior del cuerpo que lo hace flotar y lo faculta para que tenga una cierta adherencia con lo que toca. Al igual que el
viento hace flotar las hojas de los árboles, y las pega en el cristal de la ventana que es azotada por él.
Como una
inundación que rellena el cuerpo y lo hace pesado como pesa el agua de una
botella aunque también eleva poderosamente cualquier objeto por presión
hidráulica interna. Imagine tanto el peso del agua que se precipita en una
cascada, como el efecto de elevación en el efecto de los vasos comunicantes.
Como un
arco que se tensa y se destensa, aportando el atributo de resorte. Y que, por el efecto deflexión
tiene la capacidad tanto de ceder al contacto como de volver adherido al objeto
que se separa tras provocar su flexión. Piense en el bambú como se dobla al
empujarlo, y como vuelve pegado a su brazo al retirarlo.
Integremos
todo el mecanismo interno con un símil más prosaico.
EL
MECANISMO INTERNO DE LA
ENERGIA ELASTICA JIN
La
energía CHI del cuerpo es un depósito de agua.
La
corriente eléctrica que lo hace circular es la fuerza de la intención “Yi”.
La
manguera por la que circula el agua es la energía elástica “Jin” que cumple las
propiedades del agua.
Pero
para ser más exactos se expresa como un viento flotante, como el agua pesada y
como un arco de resorte.
La expresión
de energía elástica (Jin) puede ser continua como una ola, pero también puede
ser breve como un látigo. Es esquiva, evita los obstáculos como el agua y
arrastra los objetos en suspensión. Abarca todo el cuerpo.
Se
transmite en relajación, en redondez y en espirales.
La
salida del agua por la boca de la manguera puede adoptar diferentes formas en
chorro, dispersivas. Eso corresponde a la expresión de las energías que se manifiesta
de innumerables formas.
Y una de
estas formas es la sensibilidad y sus diferentes atributos durante el contacto
con el oponente.
Sentado
lo anterior, nos vemos en la obligación de explicar, al mínimo detalle, como se da inicio al Tui-shou. No iniciarlo de cualquier manera, hay que iniciarlo bien, sin vulnerar los
principios. Digo esto porque el primer movimiento debemos
iniciarlo conectando con el oponente en energía elástica, para ceder a favor del movimiento adverso.
El caso es que el oponente, que
tampoco es tonto, y también domina la filosofía del Tai-chi, sabe que debe
esperar a ser movido para obtener la ventaja del ceder. Ahora bien, siguiendo
los principios supremos del Tui-shou, si se basa todo en ceder, y los dos ceden con energía elástica sensible, nadie cede, o
ambos son neutros, nunca se pondrá en juego el sistema.
Pero no es así, en el filo de la navaja no se puede estar mucho tiempo, sobre todo si uno de los dos es muy sensible. Porque siempre hay alguien más Yang que otro, nadie es totalmente dominante o pasivo. Hay que entregarse al sentir, permitir que ocurran las cosas, y poco a poco se resolverá el punto crítico de inicio.
Pero no es así, en el filo de la navaja no se puede estar mucho tiempo, sobre todo si uno de los dos es muy sensible. Porque siempre hay alguien más Yang que otro, nadie es totalmente dominante o pasivo. Hay que entregarse al sentir, permitir que ocurran las cosas, y poco a poco se resolverá el punto crítico de inicio.
Vamos a ver como se siente el principio con un ejercicio básico que después podrá extrapolar a cualquier otra forma de iniciar:
Poner la palma derecha
sobre la palma derecha del compañero.
Empujar hasta que la fuerza se equilibre con la del compañero.
Después empezar a reducir hasta llegar a la levedad más sublime del contacto.
Empujar hasta que la fuerza se equilibre con la del compañero.
Después empezar a reducir hasta llegar a la levedad más sublime del contacto.
Uno de los dos permanecerá
más activo que el otro, entonces el sistema comenzará a moverse y uno de los
dos empezará a seguir al otro. Ambos usando la energía elástica sensible. En ese instante comienzan todo el proceso
envolvente en círculos que van y vienen. Es el Tui-shou en acción.
Cuando somos conscientes de
que estar conectado con el centro más íntimo del oponente a través de la sensibilidad extrema que nos proporciona la energía elástica, esto nos pone en
pre-aviso de la dirección, penetración e intensidad del vector de ataque. Cuando
todavía el incipiente ataque se está gestando en el vientre del atacante, ya
puede ser captado por el defensor si está fusionado con él y funcionando con energía elástica sensible.
En esta fusión de ambos, el
cuerpo esta en mutua simbiosis, co-sintiendo con el otro, contrapesando como
una balanza, presta a producir el vacío en
los lugares en que el oponente hace presión y a
producir lleno donde el oponente crea una abertura o se alinea contraído.
Los exuberantes movimientos del cuerpo parecen
no llegar nunca al punto de compromiso donde se traban, sin apostar por ningún
movimiento en particular. Sabe que nunca se ha de poner a prueba el crédito de
una sola vez porque todo depende de las contingencias y raro es el acierto del
salir bien las cosas de una vez. Por eso se mueve dentro de un elegante esquema
corporal natural con perímetro de seguridad técnico, unas fronteras seguras que
han sido trenzadas en años de continuo entrenamiento.
Entonces
una misteriosa sensación nos seduce:
Si el está duro, yo blando.
Si se mueve rápido, yo
rápido.
El lento, yo también.
Si hay presión a izquierda,
ese lado se vuelve inmaterial.
Si la hay a la derecha otro
tanto de lo mismo.
Si “miro” hacia arriba,
parece todo más alto.
Si “miro” hacia abajo,
parece más profundo.
Si avanza, parece largo. Si retrocede, parece
más urgente.
No se puede ni añadir una pluma, ni una mosca
se puede posar.
El otro no me conoce, pero
yo a el sí.
No
deseando ni rechazando nada, se deja discurrir un torrente de energía hacia abajo, hacia el abdomen, preparando a la vez su abdomen
para la energía que desea convocar y enraizando su cuerpo en el suelo. Sabe que el
agua discurre siempre hacia el punto mas bajo sin oponerse, por eso ninguna
tensión aflora en esto.
Sabe que su
verdadera naturaleza es agua más que cualquier otra cosa. Su cuerpo líquido, su mente como la superficie
del agua en calma y sus ojos reflectantes
como el espejo claro
de la
superficie del agua mismo, que lo refleja todo y no atrapa nada.
Artículo Original de Félix Bargados.
Todos los derechos reservados.
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