SUPERAR
CONFLICTOS
con
TUI-SHOU(8)
Texto: Félix Bargados
“Experimenta tu valiosa
vida como el camino de rosas que es,
y permítete vivir
conflictos interesantes”
Que gran secreto…
Que gran inteligencia
invisible de la vida. Y como del informar nace el descubrir, esta inteligencia oculta
podrá ser descubierta, y lo podrá hacer dentro del Tui-shou.
Pero me da la
impresión que no es una verdad para todos.
Seguro que no.
Seguro que a alguien le parecerá contradictorio.
¿A alguien le
parece extrañamente contradictorio?
¿Es usted de
los que piensa que un mundo sin problemas es un mundo mejor?
¿Es usted de
los que piensan que un Tai-chi sin enseñanza implícita de cómo superar los
conflictos es un Tai-chi mejor?
Pues entonces, como
de ilusiones también se vive…no
renuncies a tus sueños, sigue durmiendo…
Pero, basta que
yo diga que sigas durmiendo tus sueños, para que te apetezca volver a la
realidad de auto-superación a través de los conflictos de la vida. Pura reactancia y resistencia humanas.
Sin ir más
lejos, un novio comenta desesperado:
-Si María, tu
me quieres, pero sólo por llevarme la contraria.
Perfectamente
normal la reactancia de llevar la contraria.
Como también normal
es caer en el error de que los problemas parezcan algo negativo.
Ya que nos
sinceramos, añadiré que, sin embargo a mí, que ya no soy tan normal, en vez
parecerme los problemas algo negativo, me parecen un toque divino simplemente
extraordinario.
Sabiduría
sublime que aquilata la vida y amplía enormemente la esfera del mundo.
Se lo explico
lo más simple y taxativo que puedo.
Querámoslo o no,
salta a la vista que para ver bellos parajes, hay que escalar altas lomas.
Quiero decir con esto que, no todo el monte es orégano, también hay malas
hiervas.
La concordia
perenne es un absoluto que no se da.
O sea que, en
la vida hay concordia, pero también hay conflictos.
Y los habrá
siempre.
Es más, el
conflicto es a la vida lo que el hambre a la comida.
El conflicto es
muy, pero que muy provechoso porque sazona parte de la vida, de una manera tan
necesaria como formativa.
¿A que me refiero con conflicto?
Hasta donde mis
humildes conocimientos me permiten saber, el conflicto es toda situación donde
intereses contrapuestos entran en perfecta oposición.
Pero el mismo,
es neutral e inocente. Y, bien gestionado conlleva una fuente de crecimiento
por ambas partes, sin el cual la vida no tendría sentido.
También sobra
decir que, el conflicto no se puede equiparar a disputa, aunque esta no es más
que la escalada que podría adoptar un conflicto.
Por ejemplo, un
alumno escribe en la pizarra a castigo repetido: “no debo ser violento”…
mientras la profesora le obliga a punta de pistola.
El conflicto es
un estado de tensión dinámico donde la consecución de un objetivo por una
persona, excluye simultáneamente la consecución de otro por la otra persona. Y,
como estos mimbres son una constante en el cesto de la vida, y a la experiencia
constatable me remito…me atrevo a
decir que, en la vida real y cotidiana es prácticamente improbable que se
presente una dinámica de conflicto cero.
Esta obviedad
nos reafirma el pronóstico de que, no esperemos una vida anodina por carencia
de “demonios”. A estas alturas ya todos sabemos que el “demonio” (se entienda el metafórico, el otro no se lo
que es) nunca pudo ser vencido.
Se cuenta de una
señora tan fiel a la religión cristiana que, cada vez que oía el nombre de
Dios, se arrodillaba. Pero lo extraño para todos siempre fue que cada vez que
oía pronunciar el nombre del demonio también se arrodillaba. Así que el
sacerdote, curioso, le preguntó:
-Oiga señora.
Esta bien que se arrodille al oír el nombre de Dios, pero ¿cómo es que al ser
pronunciado el nombre del Demonio también se arrodilla?
-Por si acaso…por si acaso…
La filosofía
del Tai-chi, enseña que los dos opuestos siempre están presentes y en libertad.
Dioses y demonios. Concordia y conflicto. Ambos son necesarios porque ambos
siempre tienen algo que enseñarnos.
Y menos mal,
porque la carencia del conflicto, nos acarrearía debilidad de espíritu y
condicionaría al hombre a estar en el mundo como están los huevos en la nevera.
Del modo
correcto, el destino, presentándome cosas desfavorables me hace sabio.
Pero el caso es
que, somos los actores de la obra de la vida. Y mientras “el animal irracional
nace, el hombre se hace” gracias a los conflictos. Quizá esto nos haga más
conscientes desde este momento que, todo está lleno de fantasmas acechando a
nutrir el alma humana de soluciones provechosas.
Habida cuenta de
que, desde los pensamientos y/o sentimientos encontrados, pasando por el caso
del niño que se enfrenta al adulto porque no quiere hacer lo que debe, hasta
las dramáticas guerras que han tenido lugar a lo largo de la historia de la
humanidad, todo son conflictos provechosos para el que esté atento y con buena
actitud.
El Tui-shou nos enseña a crecer resolviendo los conflictos de la vida,
pero antes debemos contextualizar el asunto.
Es verdad con
todo que, el camino de vida, por bueno que este sea, está plagado de conflictos,
y las respuestas a estos son muchas y muy variadas. Pues bien, se ha extendido
como un reguero de pólvora, el espejismo de que, ante una situación peligrosa,
sea mejor reaccionar con el vértigo salvaje de enfrentar una actitud
manifiestamente opuesta, disponiendo una coraza muscular para contrariar así al
oponente. Es decir, la educación nos ha enseñado a enfrentarnos a los
conflictos con reactancia y resistencia.
Una mujer se ha
caído a un río, y su novio grita desesperado cuando llega la policía al lugar
de los hechos:
-Mi mujer se ha
caído al río, búsquenla corriente arriba.
-Pero señor,
tendremos que buscarla hacia donde va el río, a favor de la corriente.
-Hágame caso, a
esta le gusta llevar siempre la contraria.
Volviendo al
hilo de la cuestión, téngase presente que todo “lo que se resiste, persiste”, y
lo peor es que persiste a menudo en una espiral diabólica de escalada bélica.
Con tales holguras, lo suyo será añadir que, al igual que una vida sin
conflictos nos tornaría tontos…también
es cierto que responder a ellos con hostilidad, representaría el nivel más
extraviado y degenerado para tratar el fino material de la vida humana. De
este modo, en el ámbito de cualquier interrelación mutua, usar la protección
directa y la resistencia bruta a base de endurecer cuerpos y molleras de hoz y
coz, echando más cemento en la cabeza, ha acabado las más de las veces por
dañar más que salvar a nadie. A saber que, los gallos de pelea pierden siempre.
Y en la actualidad, más que nunca, tenemos que estar muy conscientes de no seguir
difundiendo una actitud tan manifiestamente irracional.
De modo que,
salvando negruras, la maravillosa tecnología del Tui-shou del Tai-chi, se
muestra como una herramienta imprescindible para eliminar este craso error
humano, o sea, el grosero intento de
oponerse bailando con nuestra “energía oscura”. Y el proceso está en marcha,
aunque todavía quedan no poca cochambre que barrer y muchas sombras que
iluminar.
Esto al margen
y argumentando en paralelo, practicar Tai-chi-chuan sin retos, sin enfrentarnos
a conflictos a resolver, sería un Tai-chi-chuan que se hunde en el guacamole de
su propio embuste. Sería como “acariciar la nada”. Anodino y sin valor. Sería
como vivir la vida encerrado en una burbuja sin ningún problema que nos haga
progresar.
Ahora viene lo
bueno:
UNA RESPUESTA SUPREMA A LOS CONFLICTOS
El Tai-chi-chuan
despliega las campanas al vuelo apuntando muy alto, porque trae audazmente
incorporada, de serie, la maravilla de una solución eficiente y de altura
suprema, que en modo figurativo es como sigue:
“Doblarse es permanecer intacto”
La desensibilización
sistemática de las respuestas, encanalladas y engoriladas, que bullen abrasadoras,
como lava candente desde las profundidades de nuestro ser, es el procedimiento
que se escenifica en Tui-shou (empuje de manos).
Aprendiendo a
ceder ante empujes o tirones del oponente a base de ceder, neutralizar y
devolver la acción en contra de la otra persona y a favor nuestro, en un latido
continuo que nos hará crecer espiritualmente.
Desactivando así
la programación por medio de todo un despliegue de estímulos graduales que nos
hagan romper la asociación entre el estímulo conflictivo predispuesto
artificialmente en el Tui-shou, y la común reacción asilvestrada del hombre
ordinario.
Alcanzando de
este modo, la sublime altitud por actitud flexible y serena bajo presión
extrema.
Y es que la
dureza es buena, pero sólo es buena en las piedras. Para el hombre virtuoso, la
solución magnánime a los conflictos es doblarse impecable como la hierva frente
al viento. Extraordinaria solución que gravita sobre cualquier arte
marcial supremo, que se precie de serlo. Y, como
el Tai-chi-chuan no lo es menos, abanderado por su exquisito Tui-shou, nos
tiende un puente de oro hacia el principio que se generaliza en el concepto
apriorístico de la
NO-RESISTENCIA.
Bien
sentado lo anterior y siendo fieles a la “economía de la energía” y a su sentencia
minimalista “menos es más”, y que deriva de la doctrina china Taoísta, que
valora cómo con la “suaviter in modo”, se puede dominar a la fuerza en
alas del “hacer sin hacer”, “hacer lo justo”, “hacer sin forzar” (Wu-wei); que viene a ser lo mismo que
desplegar las velas al viento, seguir la corriente del río o cortar la madera
por la veta.
Desde los
tiempos más remotos se conoce bien la bonanza de esta filosofía con solera, que
impregna todo el Tai-chi-chuan, dentro y a través del cual, como arte supremo
de no luchar, el Tui-shou parece ser la mejor dicha, por no decir, la única
propuesta para conseguirlo exitosamente.
Su triunfo consiste
en que:
“Inclinarse
es mantenerse recto”.
“Las cosas más
blandas pueden superar a las más duras”.
De ahí que los
dientes acaban cayéndose por duros, mientras que la lengua permanece por
blanda.
Todo esto aporta como consecuencia, una
evolución en nuestra conducta, gracias al enfrentamiento correcto a los
conflictos, y que se traduce en:
Cambiar el
cerrarse en protección, con abrirse con confianza, que transforma la oposición
con el otro por la relación enriquecedora.
Dejar la
postura de “tener razón” por la de “me interesa tu enfoque”.
Sustituir el
“tener algo que defender” por tener “algo que compartir”.
Cambiar el
contraerse por el soltarse.
Cambiar
aferrarse por liberarse.
No hay consejo
más productivo y lleno de belleza que el que va implícito en el Tui-shou: ”Véngate de tu enemigo, siendo tu
mismo bueno y honrado”, transformándose en un instrumento de paz. Y donde haya
odio poner cordialidad.
Por ejemplo:
Si somos
amables, la gente puede acusarnos de tener motivos ocultos para ello, seamos cordiales
igualmente.
Si tenemos
suerte en la vida, podemos ganarnos amigos falsos y enemigos verdaderos, seamos
cordiales igualmente.
Si somos
honrados y sinceros, puede que la gente trate de engañarnos, seamos honrados y
sinceros igualmente.
Si somos buenas
personas puede que la gente trate de manipularnos, seamos cordiales igualmente.
Si encontramos
la tranquilidad, puede que alguien nos tenga envidia y trate de rompernos la
tranquilidad, estemos tranquilos igualmente.
Sentado lo
anterior, lo cierto es que, cada conflicto es un nuevo motivo de práctica, una
nueva lección que allana el camino del hombre sobre todo lo que necesita saber
para evolucionar. De modo que, si no existen conflictos, no habrá evolución. De
ahí el popular dicho de sabiduría china, “usar
los conflictos como peldaños”.
O sea que, “el obstáculo es el camino”. Y todo
esto no hace más que reafirmarnos que, el objetivo último de un arte marcial
supremo, como lo es el Tai-chi-chuan, reside en ser un medio de armonizar ante
los posibles conflictos, y de paso, la oportunidad de disponer de un remanso de
exploración interna en un precioso viaje hacia la libertad. Y ahora cabe
preguntarse ¿Cuánto cuesta la libertad? La libertad cuesta:
La liberación del ego.
La presencia mental.
El estado de plena atención
sobre el entorno.
Pero como
siempre hay demonios deseables en sobrevuelo por doquier…
En tal sentido,
conviene hacer la vista gorda, y aparentar que no se ven hasta que, con armonía feliz, necesitemos
ceder y rebotar, con cierto cariño, al que se
nos acerque mucho. Y si me permite esta ironía inicial…como bien hacen los chinos, con
su actitud siempre de ojos “sospechosos” y sonrisa inmutable, finalizaré
aconsejando,
ahora en serio, que
no se puede
conseguir lidiar en armonía con los “demonios”, sin entrecerrar un poco los
ojos, y en un rictus amable, elevar la comisura de
los labios…
Artículo Original de Félix Bargados
Todos los derechos reservados.
CONTINUARÁ…
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