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martes, 23 de junio de 2015
KAIZEN.
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Kaizen Félix Bargados
Ubicación:España
Langreo, Asturias, España
viernes, 19 de junio de 2015
ELOGIO DE LO FACIL.(secretos del Tai-Chi).
SECRETOS DEL TAI-CHI
ELOGIO DE LO FÁCIL
“Lo fácil y
ordinario, es lo apropiado y extraordinario”
Dando cuenta de que es preferible estar a salvo gracias al conocimiento
de verdades ofensivas, que estar en peligro por creer falsedades inofensivas, permítame
subrayar lo siguiente:
“Si no
fuésemos tan difíciles, lo fácil sería lo cotidiano en las personas”.
Esto no es así porque el ser humano se muestra
reacio a lo fácil.
De hecho, el motor de nuestra mente egotista funciona
con el combustible de lo difícil, así la máscara artificial del ego que todos
llevamos dentro, se consolida.
Dice el psicoanalista al paciente aquejado de
trastorno de distorsiones reforzadores de la autoestima por el ego:
-Empecemos, cuéntemelo todo desde el principio.
-Al principio yo cree el cielo y la tierra…
Dicho lo anterior, se me antoja sencillo confiarle
el secreto que me ha traído aquí:
Desde que el mundo es mundo, todo el mundo pensamos
erróneamente que cuanto mayor es la dificultad, mayor es la gloria. O sea, que lo
difícil es lo conveniente, aunque en verdad, esa medida incorrecta es
antinatural. Lo natural es lo fácil y cuando algo no me es fácil es que no es
natural.
Lo fácil es lo apropiado.
-Camarero…donde esta el cabinet de toilette de
hidroservicios para necesidades fisiológicas íntimas?
-¿Qué? ¡Ah! el baño ¿Por qué se expresa de una
manera tan dificultosa?
-Bueno, mire usted mismo el menú: “Tacitos verdes
de tian de zucchine con clines de spinacea oleracea verde.
Ustedes han sido los primeros en dificultar lo
fácil.
Valgan como ejemplo los siguientes entre los muchos:
Existen actividades metódicas, donde que si alguien
intenta enseñar matemáticas a otra persona desde las raíces cuadradas, sin
tener en cuenta de que esa persona sólo sabe sumar, las matemáticas no sólo resultarán
difíciles sino odiosas. Hay que partir desde la suma, comenzando a restar,
después multiplicar y así sucesivamente.
Existe otro mosaico de actividades totalmente adaptativas, como podría ser el aprender a caminar. Estas se aprenden continuamente adaptando el esfuerzo a las capacidades de uno mismo
Pero el caso es que hay actividades en la vida que
gozan de ambas características, como es el caso de las artes marciales, donde
muchas personas participan de una misma actividad, y esa actividad tiene doble
graduación de dificultad.
La del programa y la personal.
Durante el proceso de enseñanza de este tipo de
actividades, el profesor usa el método progresivo y escalonado propio de un
programa bien organizado. Es decir, los cintas amarillas hacen tal cosa, los
naranjas otra, etc... pero en cuanto a la adaptación fina, esta debe ser
realizada por alumno en cada instante.
Veamos el sentido de lo dicho extrapolado a la
práctica cotidiana del TAI-CHI-CHUAN :
Cuando un profesor de TAI-CHI-CHUAN propone alguna
propuesta a practicar, ha de saber que, casi
siempre la demostración y explicación se hace desde la típica posición de “café
para todos”. Es decir, la misma explicación y la misma exigencia para
todos, sin tener en cuenta las particularidades de cada uno. Porque sino no
sería una clase colectiva, sino una clase particular.Téngase presente, por tanto, que hemos de ser conscientes de que tal propuesta mostrada por el profesor para ser reproducida con éxito por los alumnos, tiene grados de dificultad intrínseca y necesidad de dosificación y adaptación personal instantánea.
Por tanto, si a alguien le parece difícil alguna
cosa, es porque se ha situado en la conducta de “el mono ve, el mono hace”, sin
adaptarse a lo propuesto, y por tanto, el reto que se ha impuesto PARA EL a
raíz de sus explicaciones PARA TODOS es inadecuado, por eso le parece difícil.
Tan
inadecuado como lo que en humor serio, dijo un “seleccionador de habilidades” a
un elefante, una jirafa, una cacatúa, un aligator, un avestruz, un mono, un pez
dentro de una pecera…y a todo el bestiario en pleno:
Para que la selección sea justa, intentaréis ganar a los demás, subiendo todos a ese árbol con la mayor velocidad posible.
Y es que, por otro lado y en el fondo, no es sólo
que uno quiera competir a no ser menos que los demás, que también es así.
Y tampoco sólo es que uno mismo no tenga la
inconsciencia de pensar que la explicación y todo lo que se propone es sólo
para él, que también lo es.
La realidad del asunto es que a veces, nuestros
abismos interiores trabajan contra nosotros mismos. Y por eso pensamos que por el
simple hecho de que una cosa sea difícil incrementa su valor. Esto es porque
las personas aspiramos a la falacia de la coherencia, y armados con la
coherencia nos parecen más creíbles las cosas. Que la dificultad sea el valor
de la cosa parece coherente, porque a primera vista, una cosa fácil no puede
ser valiosa, y por tanto cuando siento que es difícil debe ser la verdad del
asunto.
Pero esa es la realidad cabeza abajo.
Veamos un ejemplo figurativo:
El profesor explica detalles de cómo impulsar con
los tobillos para saltar un obstáculo. Y para demostrar su salto, coloca una
cuerda a un metro de altura y la salta. Pongamos que yo sólo salto 50cm. Y que
no diferencio el “fondo del tema” de la “explicación de dicho tema”, o sea, “la
técnica del impulso de tobillos” de los “parámetros de la explicación”. Tales
parámetros se refieren a “el menos o más altura del salto”.
Entonces, coloco negligentemente la cuerda a un
metro, e inmediatamente, al no poder saltar esa altura en concreto, opino que
es difícil.
¿Acaso no debería practicar la técnica de impulso
de tobillos, que es lo que verdaderamente hay que practicar, colocando la
cuerda a 50 cm ?
De este modo mi técnica de impulso de tobillos será
la correcta.
Y la capacidad que me he impuesto también.
Del mismo modo, cuando una postura es muy baja, una
patada muy alta, o una técnica muy enrollada en movimientos ¿no debería
simplificar la altura y la cantidad de movimientos para adaptarla a mis
cualidades?
¿O debería fracasar una y otra vez para acabar
diciendo que es muy difícil?
De la misma manera, cuando el profesor explica
varios detalles sobre una postura, y yo sólo tengo capacidad para corregir un
detalle, al hacerlos todos me será materialmente imposible.
¿No debería adaptar el esfuerzo a mi capacidad y
seleccionar un detalle, en vez de querer hacer todo lo que el profesor explica
con vistas a nutrir las capacidades de otros más avanzados?
Pero no.
Todos jugamos el juego secreto de ser competitivos.
Queremos proteger y reforzar un ego que por cierto,
habría que liberar.
Así es como uno intenta hacer lo que no puede, y
entonces el “¡es dificil!” Abre la boca.
Me he pasado años escuchando esa expresión a
personas que no entienden lo que adaptarse. Y con razón no lo entienden. Nadie
les ha explicado tal cosa.
Lo correcto ante un sistema que es natural y está
ahí neutral para que yo aprenda lo que pueda, sería decir: Mis capacidades son
limitadas. Debo bajar el listón.
Pero eso no nos gusta. Todo menos decir que mis
capacidades son limitadas.
Mejor que decir que algo que está ahí para que yo
avance hasta donde pueda, es decir, es difícil.
Es como decir que el mundo es difícil.
Yo no.
El mundo.
Pero ya sabemos que, es más fácil decir que nos
empujaron, que decir que tropecé.
La piedra angular del TAO del Tai-chi, es ser flexible
como el junco, hacer lo que puede, no lo que no puede para después quejarse del
entorno difícil.
Sabe que lo natural es lo adecuado.
Sabe que debe adaptar espontáneamente la tarea a su
capacidad, como la mano se adapta al guante.
Sabe que al igual que un viaje de mil kilómetros
comienza con un solo paso, todas las cosas tienen un punto a partir del cual
son fáciles.
Y sabe que lo fácil es lo correcto.
Pero que lo fácil parezca ordinario, no debe
desviarnos de la realidad del reconocer que lo ordinario es algo
extraordinario. Porque es extraordinario saber adaptarse.
Ser ordinario
exige adaptarse, y adaptarse es algo extraordinario, así que lo ordinario es
extraordinario.
Mientras que querer hacer algo extraordinario que
no se adapta a mí, es ordinario por antonomasia.
Sólo lo ordinario es extraordinario y lo fácil lo
correcto.
Empezar las cosas en adaptación correcta, y entonces
será fácil.
Adapta la dificultad sobre la marcha, y entonces será
fácil.
Olvídate de la meta lejana, pon la meta en cada
instante que se adapta a ti, y entonces todo será fácil.
El modo conveniente de permanecer en lo fácil es
adaptar todo a uno mismo.
Cuando algo se vuelve difícil es que me he salido
de lo conveniente.
Ha llegado el
momento de ir mucho más allá…
¡¡¡ATENCION!!!
Cuando salta la alarma y siente alguna tensión interna
en el cuerpo es síntoma de que estamos haciendo algo inconveniente. O sea
difícil.
Por tanto, podemos afirmar que, la tensión no es
algo indeseable. Para nada.
La tensión es el sensor de que algo estoy haciendo
inconveniente, porque estoy haciendo algo con dificultad.
Pero no se debe confundir fácil con sencillo.
Saltar en paracaídas desde un avión, puede que sea
sencillo, pero no fácil.
Quizá haya que empezar saltando desde alturas menos
exigentes para nuestro sistema inconsciente de supervivencia.
Así que, cuando una cosa nos parezca fácil, pero
aún así saltan las alarmas internas, es porque estamos confundiendo fácil con
sencillo.
Las cosas no tienen porque ser sencillas, tienen
que ser fáciles.
Lo fácil siempre es lo conveniente.
De hecho, lo alto se construye desde lo bajo.
Un viaje de mil kilómetros empieza bajo mis pies.
Con un solo paso.
Un solo pasito por vez y llegaré muy lejos.
Aunque mi compañero avance a saltos de canguro,
allá él.
Mis pasitos son cortos, pero implacables.
Un viaje de mil kilómetros se hace paso a paso.Lo fácil es lo correcto.
Ahora que tiene esta inspiradora información de
primera calidad, ya tiene el poder en sus manos. Entonces no haga como aquel
que decía: Ya tengo el poder, pero ahora no me acuerdo para que lo quería…
Pues para que va a ser, el mayor de los esplendores
es alegrarse con cada cosa fácil que encontremos para vivir en paz, armonía y
relajación.
Después…yendo todavía más
allá, la forma correcta de seguir avanzando hacia la
“vida fácil”, es incluso olvidarse de lo que es correcto o no.
Incluso hay que olvidarse
de lo que es fácil y lo que no.
Hay que relajarse hasta ser
como las flores que crecen sin preguntarse si es fácil o no crecer, como las mariposas que
vuelan sin preguntarse si es fácil o no volar.
Siendo sencillamente
natural.
Artículo Original de Félix Bargados
Todos los
derechos reservados.
miércoles, 17 de junio de 2015
PISA EL FRENO VIVE MEJOR(secretos del Tai-Chi).
SECRETOS DEL TAI-CHI
Pisa el freno
VIVE MEJOR
Autor: Félix Bargados.
“Si acelero tras
el tiempo este se me escapa de entre las manos”
A menudo se olvida que, el tiempo parece discurrir
más rápido cuando más nos apresuramos.
Como ya sabrá, y sino se lo digo yo, la precipitación
nunca fue avisada consejera. Y ahora, lo suyo es reconocer que, la vida actual, que se
mueve por cauces presurosos no es vivir, sino sobrevivir.
Por el contrario, la vida buena...y no me refiero con esto a la buena vida, sino a la vida buena. O sea la calidad de vida, no quiere prisa.
Porque “la vida es calma. Y lo cierto es que, si no
se siente la calma, no se siente la vida”.
No me ha sido difícil ser consciente de que, todos
los que en algún momento nos hemos dejado arrastrar por el circular turbulento
de los acontecimientos huracanados, y la prisa que bulle como lava candente
desde las profundidades de nuestro ser, tuvimos la sensación de que “la prisa
lleva demasiado tiempo” por dos razones:
Una porque nos hace errar continuamente.
Otra porque nos roba el alma. O sea, el tiempo de
disfrute.
“Vísteme
despacio que tengo prisa” dijo Napoleón.
“Desnúdate despacio que lo disfrute” diría su
esposa Mª Luisa, supongo yo…
El caso es que nos hemos trasformado en absurdos zombis por
cuyas venas circula el veneno explosivo de la prisa. Pero lo peor es que la mayoría
de las veces, este circular por la autopista de la prisa, asfaltada con
materiales tóxicos, no responde a nada apremiante, sino que ya es una pulsión
costumbrista, movida por las turbinas de la
inercia.
Más allá de lo anterior, que se entere bien todo el
mundo, sobre lo que dos chiflados, que perfectamente podrían ser cualquier persona,
hablaron en plena calle:
¿Adonde vas tan deprisa?
No lo se, pero ¡vamos, apúrate! que llegamos tarde.
Ya sabe, pura costumbre ponzoñosa.
Pero lo peor no es la prisa en sí, ni siquiera los
acontecimientos acelerados.
El problema gordo es ¡¡¡que el tiempo mismo parece
acelerarse!!!
Si, ha oído bien.
El tiempo se acelera.
No es sólo que yo me apresure.
No es que los acontecimientos se desboquen como un caballo salvaje.
Es que el mismo tiempo se acelera como un tren sin frenos.
O sea que, para el hombre con 30 años, victima de la
tiranía de la civilización, el tiempo parece discurrir más rápido que con 20,
con 40 más rápido que con 30 y así sucesivamente. Y no sigo porque entonces voy
a delatar datos sobre la edad, que no vienen a cuento…
Así las cosas parece que el tiempo discurre
incontrolado e incontrolable en un vértigo salvaje cada vez más urgente. Como un tren en plena aceleración al que hay
que seguir cada vez más rápido, a la carrera primero y en sprint como alma que lleva el diablo después, para mantenerse a su frenético ritmo.
Por decirlo de otra manera, la sensación de que el
tiempo se acelera, en realidad, es un problema de inconsciencia. La
inconsciencia continua en los quehaceres cotidianos hace que el tiempo parezca
acelerarse. Algo en el fondo neurótico que a muchos acaba enfermando.
Y a esto argumentaba un doctor al paciente tumbado en la camilla:
¿Que es lo que va mejor en su ocupada agenda, ejercitarse en pisar el freno media hora o estar muerto las 24 horas?
Y a esto argumentaba un doctor al paciente tumbado en la camilla:
¿Que es lo que va mejor en su ocupada agenda, ejercitarse en pisar el freno media hora o estar muerto las 24 horas?
Demos cuenta con todo que, la lentitud
o rapidez del paso del tiempo lejos de ser un enigma que se descubre (como la ciencia descubre las cosas), es un
misterio que se desvela. Y es que
frente a los misterios hay que posicionarse con el asombro y la infinita
paciencia para desvelar lo que es sólo nuestra sensación subjetiva.
Nuestra pura subjetividad.
Cuentan que estaban en medio de “Gran
Vía”, tres caracoles y una tortuga depanzurrados por el asfalto, en lo que
parecía ser la hecatombe de un accidente monumental por colisión frontal
múltiple entre ellos mismos. Y un policía muy sorprendido, pregunta:
- Pero… ¿Qué diantres es esto? ¿Qué ha sucedido aquí?
A lo que la tortuga espeta:
- No lo se, ha sucedido
todo tan deprisa…
Así de subjetivo puede ser la sensación del paso
del tiempo.
Vamos acercándonos a una solución para la prisa patológica y que esta sea tan inconsciente como el agua para el pez.
Pero antes de llegar a ella conviene subrayar que,
enterarse bien de lo que aquí se va a decir exige asombro y paciencia. Si prosigue
con el asombro y la paciencia en la calma que este tema merece, en breve le
regalaré tal solución.
Caso contrario, la indiferencia impaciente y el
aceleramiento en la lectura, y los atajos, neutralizarán todo secreto que yo le
pueda comunicar. De hecho, sería como el que llega a una sala de conferencias y
pregunta:
Buenas tardes necesito saber rápidamente si es aquí
donde se da la charla para vivir sin prisas ¡venga, holgazanes, vagos, que
tengo mucha prisa!
El Tai-chi-chuan tiene la solución simple a un problema
tan complejo.
El Tai-chi-chuan tiene la exquisita solución anti-prisa
a la enfermedad del actual “homo rápidus” en esta “cultura de la prisa”.
Esta solución tiene la explicación propia de una
pescadilla que se muerde la cola y se come toda entera:
Prisa - inconsciencia.
Inconsciencia
- prisa.
Es decir, el tiempo se nos escurre como la miel
líquida de entre los dedos, porque no somos conscientes del momento presente, y
no somos conscientes porque nos apresuramos.
¿Quiere decir esto que si practico carreras de
velocidad, el tiempo me pasará más deprisa?
No, nada de eso. Porque incluso la
lentitud externa podría ser presurosa si en el interior hay prisa-inconsciencia.
Y en este caso, la prisa inconsciente tropezará igualmente con sus propios pies.
A la vista de lo dicho, ni que decir
tiene ya que, es el estado interno quien determina la sensación.
Lo cual significa que, es la actitud,
la que determinará la altitud.
El tiempo se acelera cuando me acelero en mi
interior, o lo que es lo mismo cuando se supera el umbral de alteración de base de una persona.
No cuando se va más rápido.
Y es que no se debe confundir prisa con velocidad.
Sería como confundir el tocino con la velocidad por
el hecho de que pisar un trozo de tocino me hace resbalar, y por tanto, marchar
a más velocidad. Nada que ver.
Pues por la misma razón, prisa es una cosa y
velocidad otra. Que tengan un punto en común no significa que sean lo mismo. No
hay que confundir conceptos.
De hecho mis piernas pueden acelerarse todo lo
rápido que necesite, que mientras mi cerebro no se acelere, el tiempo, o mejor
dicho, la sensación del paso del tiempo no se acelerará.
Pero también es cierto que si ralentizo mi
exterior, siendo consciente de la lentitud, mi interior seguirá los pasos de mi
exterior.
Lento.
Consciente.
Así es como se frena el tiempo.
Y…eso se aprende
Esta ventaja, es una fuente de salud que trae
consigo otras ventajas asociadas, el pensamiento será mucho más clara así como
el arraigo a la frescura del eterno presente, el sistema nervioso estará más
tranquilo. En definitiva, mi salud me lo agradecerá, pero también mi felicidad
lo agradecerá porque vivirá con más plenitud y no se perderá los buenos
placeres de cada instante, como el tipo que entra un día en el restaurante y se
los pierde:
- ¿Desea menú señor?
- No. Hoy tengo mucha prisa, tráigame sólo la
cuenta.
Parece que lo que cuenta es finalizar las cosas,
más que el disfrute.
Aunque todos sabemos que saborear la lentitud es lo
importante. Para ello se debe entrenar lento, como hacemos en Tai-chi-chuan
durante los primeros años de práctica.
Dicha lentitud aporta virtuosismo sin límites, porque
ayuda a la integración de la intención en el gesto.
De nuevo, la
lentitud, la consciencia.
Pero parece obligado plantear que a veces es la
tentación de ser más veloz lo que nos puede. Y lo peor de la tentación es caer
en ella. O quizá también se haga inconscientemente para ocultar los errores e
incluso para evitar ver la realidad.
Llega uno a la cantina muy apresurado:
-De prisa, de prisa, deme
tres chupitos. Rápido. Venga…¡vamos!
El barman pregunta:
- Pero…¿cuál
es la prisa?
- Si usted tuviera lo mismo que yo también tendría
prisa.
- Y ¿Qué es eso que tiene?
- Sólo tengo cincuenta céntimos.
El Tai-chi-chuan se práctica lento en la primera
etapa de aprendizaje, en parte para que no se oculte inconscientemente un error
con otro error, y no se tape la realidad verdadera con otra realidad artificial
e hiper-superficial. A saber que, dos errores no constituyen un acierto.
Durante la práctica de la técnica del
Tai-chi-chuan, es conveniente cultivar la sana costumbre de moverse lento,
también por otros factores :
El primero ser consciente
de usar la espiración sincronizada con el movimiento lento para rellenar virtualmente las extremidades de
Chi. Como rellenando el brazo con una pasta de dientes para conseguir consistencia
y poder, mientras proyectamos un gas que se desprende de esa pasta, por los
dedos o palma de la mano.
El segundo ser consciente
de espirar con la
intención de poner el Chi en los “perfiles
efectivos”, que son las líneas del
brazo o puntos de
aplicación que actúan
contra el adversario.
El tercero es ser
consciente de inspirar rellenando el cuerpo de presión y abriendo
articulaciones, como si
el brazo fuese
hinchable, para aumentar los flujos de Chi en los meridianos.
En cualquier caso, un tempo
lento nos brinda la posibilidad de “condensar
el tiempo”. La medida del tiempo ordinario,
vulgar e impropio, cambia y pasa más lento al quedar prendado de una
durée fluyente, que promociona un agradable estado modificado de consciencia, en favor de
un estado continuo alerta de la mente.
A saber que cuando me
apresuro y estoy en modo multitarea en la vida cotidiana, el tiempo parece
pasar más rápido. En cambio cuando calmo mis actividades y discurro con calma
infinita y a una sola cosa por vez, el tiempo parece pasar más lento y la
atención se amplifica. A esto nos referimos con “estado modificado de
conciencia”.
Sólo cuando se es practicante avanzado, y ya es
seguro que no caeremos en la tentación del apresuramiento, será el momento de
moverse rápido (como se hace en “mano fantasma” y en “manos dispersantes”),
porque aunque su cuerpo se mueva rápido, en el interior permanecerá la
lentitud.
Si. El exterior será rápido, pero en el interior
permanecerá la lentitud.
Con la sensación de que el tiempo discurre lento y
calmado. Para decirlo de otro modo, si la velocidad te lleva, que la
tranquilidad lleve las riendas.
A esa extraña pero maravillosa sensación, en
Tai-chi-chuan la denominamos con muchísima propiedad “quietud en el movimiento”.
Quietud en movimiento significa que, la quietud no
será algo opuesto al movimiento, sino lo mismo. El movimiento y la quietud se
funden en una misma cosa.
El movimiento es externo, y la quietud interna.
Quietud existencial por decirlo de otro modo.
Y este refugio será el sosiego continuo que podemos
llevar siempre con nosotros a dondequiera que vayamos. Una calma en flujo
constante mientras el movimiento continúa y continúa.
Todas estas grandes
cosas te las voy a enseñar en breve.
Con un pequeño ejercicio.
Un simple ejercicio. Muy humilde.
No olvidemos al
respecto que, para conseguir grandes cosas, hay que hacer pequeñas cosas.
Es una ley de la
vida humana.
A las cosas grandes
se llega por las pequeñas.
Por tanto, vamos a aprender a hacer
cosas pequeñas por fáciles, pero muy efectivas.
Porque así como los sueños deben ser grandes, es
decir, pensando que lo que hacemos nos va a llevar a algo grande para
inspirarnos, los seres humanos como inteligentes que somos no deberíamos hacer
cosas difíciles, sólo cosas fáciles que nos llevaran a grandes cosas.
De modo que:
PENSAR EN GRANDE.
ACTUAR EN LO FÁCIL, EN LO PEQUEÑO.
Me explicaré mejor
en lo que quiero decir con los términos “fácil y pequeño”.
Al practicar estas cosas pequeñas, si las
circunscribe sólo a “entrenamiento rigurosos” y a lugares designados, parecerá
que nunca hayan sucedido en su vida y nunca formarán parte de usted en todas
partes.
Mientras que si sus
actividades forman parte de “la bella prosa de la vida”, entretejidas en todas
partes, serán parte suya e irán con usted a todas partes como una sombra. Y así
es como pequeños
entrenamientos durante las actividades cotidianas del día a día, hacen un gran
cambio.
Tan solo necesita amar lo
que hace e integrarlo en su vida en pequeñas dosis. No se preocupe de haber
desperdiciado tiempo con la prisa, hay tantas bellas auroras que aún no han
brillado...
Y…¡¡¡AHORA MISMO
PUEDE EMPEZAR!!
En la vida cotidiana puede, o mejor “debería”, pisar el freno, disfrutar del hermoso paisaje y saborear la agradable
lentitud.
Vamos a pisar el freno con suavidad. Vamos a practicar la
lentitud.
Y cuando la
mente nos diga…que lo dirá seguro: No puedes ahora, ahora no puedes ralentizar
porque no tienes tiempo, tienes prisa. Entonces usted debería pensar:
Veamos si es verdad…
Decida concentrarse ahora mismo, esté
lo que esté haciendo, pero en una mística asociada de hacerlo todo más despacio
de lo habitual, mientras limpie su mente de cualquier prisa.
Primero intente el placer de eliminar un
tercio de la velocidad en lo que hace ahora.
Cuando lo haya conseguido, intente
hacerlo más lento y consciente, a la
mitad de la velocidad con la que habitualmente lo hace ¡aunque disponga de poco
tiempo! Tanto sin contempla el cielo azul como en la danza vertiginosa de la
vida en la ciudad, permanezca con la misma imperturbable calma interna.
Sorprendentemente sentirá como el
tiempo transcurre deliciosamente y muy despacio en una placentera serenidad.
El hecho de ir más despacio y de
hacerlo todo ralentizado, nos sumerge en la bondad de un maravilloso estado de
relax, en un estado placentero de alerta, y de aprecio supremo a los detalles,
donde el ritmo pausado del hacer y el espejo interior donde se mira el propio
hacer, se reconocen.
Ponga todos sus sentidos en ello y
céntrese cálidamente en lo que siente.
La calma es hermosa. Muy hermosa.
Ponga sus sentidos, en la fragancia
del aire, en un bocado de comida, que
experimenta, que siente…una
cosa por vez, porque lo contrario sería como si para disparar a un pato ”apuntáramos a todos los patos que vuelan,
no acertaríamos a ninguno”. De hecho, para acertar es necesario concentrarse en
uno.
Cuando la lentitud exterior
está a la mitad de lo habitual, puede dar por terminado el ejercicio. Es un
buen nivel de “Tai-chi-chuan extrapolado a la vida cotidiana” para
principiantes. Mejor dicho, para
cualquiera, principiante o avanzado.
Pero si lo desea ¡¡¡aun hay
más!!!… a decir verdad, lo más
interesante está por llegar…
VAMOS A EJRCITARNOS DE MANERA MAS PROFUNDA.
Ahora puede seguir practicando en la vida cotidiana, ralentizando,
pero en este caso ¡¡¡en el interior!!!
Comience a ralentizar más y
más en el centro de su ser mientras su exterior sigue a la misma lentitud
anterior. A lentitud del 50%. Pero ahora cada vez más lento en el interior,
hasta que el interior se va aquietando y se detiene por completo, como una
fotografía, quieta, completamente quieta.
Hasta que sentirá que no tendrá tiempo para
tener prisa.
Cuando se detiene el
interior la naturaleza toma el control…
La mente se rinde a la
naturaleza y ha logrado la sensación del “máximo supremo”, o si lo prefiere
“eje supremo” que nos inspira el TAI-CHI en su término. Ese eje supremo se
refiere al sosiego sereno, la tranquilidad pacífica e imperturbable que reside
en lo más profundo del SER. Es el ojo del huracán que esta siempre en la paz sonriente
de una calma chica, por muy bravío que sea el temporal externo.
Aunque todo se mueva, el
SER está quieto como una placentera balsa de aceite, reposando apaciblemente en
el eterno crisol del tiempo.
Ese es el secreto íntimo del
Tai-chi.
El secreto íntimo del
Tai-chi es moverse bajo el paraguas de la lentitud, bajo el cuál después asoma la calma interior.
Y con esta, aparece el
silencio existencial.
Por último moverse
sintiendo.
Así se alcanzará un
equilibrio y armonía plenos de felicidad.
Ese interior imperturbable,
se siente como estar en el mundo sin ser del mundo.
De este modo, una energía y
vitalidad del presente nos inunda suavemente mientras todo se hace ante la
exaltación de la lentitud, y es cuando, los latidos del corazón humano en
calma, medirán el acompasado flujo de los movimientos, tan tranquilos y
centrados como si sólo existiese lo que se hace, “al mirar una vela, simplemente mirar, al
caminar, simplemente caminar, al sentarse, simplemente sentarse”.
Lento. Muy lento. En calma
absoluta.
EN SILENCIO
Entonces se experimenta la
plenitud de un presente ralentizado,
el encanto de la alerta tranquila.
Muy atento al punto
infinitesimal de
cambio que se produce al pasar de una actividad a otra, tal y como
ocurre en la forma de
Tai-chi-chuan.
Al cabo parece concluirse
que, todas las cosas vienen de algún sitio y van de camino hacia algún lado,
pero cada instante es lo único que existe, y “el instante” nos libera tanto de
la ansiedad futura como de la culpa pasada “acerca de otro instante”.
El instante es la cualidad
natural que debería ser el perejil de todas las salsas y no la flor de un solo
día.
Artículo Original de Felix Bargados
Todos los derechos reservados.
domingo, 14 de junio de 2015
Superar conflictos con Tui-Shou (8).
SUPERAR
CONFLICTOS
con
TUI-SHOU(8)
Texto: Félix Bargados
“Experimenta tu valiosa
vida como el camino de rosas que es,
y permítete vivir
conflictos interesantes”
Que gran secreto…
Que gran inteligencia
invisible de la vida. Y como del informar nace el descubrir, esta inteligencia oculta
podrá ser descubierta, y lo podrá hacer dentro del Tui-shou.
Pero me da la
impresión que no es una verdad para todos.
Seguro que no.
Seguro que a alguien le parecerá contradictorio.
¿A alguien le
parece extrañamente contradictorio?
¿Es usted de
los que piensa que un mundo sin problemas es un mundo mejor?
¿Es usted de
los que piensan que un Tai-chi sin enseñanza implícita de cómo superar los
conflictos es un Tai-chi mejor?
Pues entonces, como
de ilusiones también se vive…no
renuncies a tus sueños, sigue durmiendo…
Pero, basta que
yo diga que sigas durmiendo tus sueños, para que te apetezca volver a la
realidad de auto-superación a través de los conflictos de la vida. Pura reactancia y resistencia humanas.
Sin ir más
lejos, un novio comenta desesperado:
-Si María, tu
me quieres, pero sólo por llevarme la contraria.
Perfectamente
normal la reactancia de llevar la contraria.
Como también normal
es caer en el error de que los problemas parezcan algo negativo.
Ya que nos
sinceramos, añadiré que, sin embargo a mí, que ya no soy tan normal, en vez
parecerme los problemas algo negativo, me parecen un toque divino simplemente
extraordinario.
Sabiduría
sublime que aquilata la vida y amplía enormemente la esfera del mundo.
Se lo explico
lo más simple y taxativo que puedo.
Querámoslo o no,
salta a la vista que para ver bellos parajes, hay que escalar altas lomas.
Quiero decir con esto que, no todo el monte es orégano, también hay malas
hiervas.
La concordia
perenne es un absoluto que no se da.
O sea que, en
la vida hay concordia, pero también hay conflictos.
Y los habrá
siempre.
Es más, el
conflicto es a la vida lo que el hambre a la comida.
El conflicto es
muy, pero que muy provechoso porque sazona parte de la vida, de una manera tan
necesaria como formativa.
¿A que me refiero con conflicto?
Hasta donde mis
humildes conocimientos me permiten saber, el conflicto es toda situación donde
intereses contrapuestos entran en perfecta oposición.
Pero el mismo,
es neutral e inocente. Y, bien gestionado conlleva una fuente de crecimiento
por ambas partes, sin el cual la vida no tendría sentido.
También sobra
decir que, el conflicto no se puede equiparar a disputa, aunque esta no es más
que la escalada que podría adoptar un conflicto.
Por ejemplo, un
alumno escribe en la pizarra a castigo repetido: “no debo ser violento”…
mientras la profesora le obliga a punta de pistola.
El conflicto es
un estado de tensión dinámico donde la consecución de un objetivo por una
persona, excluye simultáneamente la consecución de otro por la otra persona. Y,
como estos mimbres son una constante en el cesto de la vida, y a la experiencia
constatable me remito…me atrevo a
decir que, en la vida real y cotidiana es prácticamente improbable que se
presente una dinámica de conflicto cero.
Esta obviedad
nos reafirma el pronóstico de que, no esperemos una vida anodina por carencia
de “demonios”. A estas alturas ya todos sabemos que el “demonio” (se entienda el metafórico, el otro no se lo
que es) nunca pudo ser vencido.
Se cuenta de una
señora tan fiel a la religión cristiana que, cada vez que oía el nombre de
Dios, se arrodillaba. Pero lo extraño para todos siempre fue que cada vez que
oía pronunciar el nombre del demonio también se arrodillaba. Así que el
sacerdote, curioso, le preguntó:
-Oiga señora.
Esta bien que se arrodille al oír el nombre de Dios, pero ¿cómo es que al ser
pronunciado el nombre del Demonio también se arrodilla?
-Por si acaso…por si acaso…
La filosofía
del Tai-chi, enseña que los dos opuestos siempre están presentes y en libertad.
Dioses y demonios. Concordia y conflicto. Ambos son necesarios porque ambos
siempre tienen algo que enseñarnos.
Y menos mal,
porque la carencia del conflicto, nos acarrearía debilidad de espíritu y
condicionaría al hombre a estar en el mundo como están los huevos en la nevera.
Del modo
correcto, el destino, presentándome cosas desfavorables me hace sabio.
Pero el caso es
que, somos los actores de la obra de la vida. Y mientras “el animal irracional
nace, el hombre se hace” gracias a los conflictos. Quizá esto nos haga más
conscientes desde este momento que, todo está lleno de fantasmas acechando a
nutrir el alma humana de soluciones provechosas.
Habida cuenta de
que, desde los pensamientos y/o sentimientos encontrados, pasando por el caso
del niño que se enfrenta al adulto porque no quiere hacer lo que debe, hasta
las dramáticas guerras que han tenido lugar a lo largo de la historia de la
humanidad, todo son conflictos provechosos para el que esté atento y con buena
actitud.
El Tui-shou nos enseña a crecer resolviendo los conflictos de la vida,
pero antes debemos contextualizar el asunto.
Es verdad con
todo que, el camino de vida, por bueno que este sea, está plagado de conflictos,
y las respuestas a estos son muchas y muy variadas. Pues bien, se ha extendido
como un reguero de pólvora, el espejismo de que, ante una situación peligrosa,
sea mejor reaccionar con el vértigo salvaje de enfrentar una actitud
manifiestamente opuesta, disponiendo una coraza muscular para contrariar así al
oponente. Es decir, la educación nos ha enseñado a enfrentarnos a los
conflictos con reactancia y resistencia.
Una mujer se ha
caído a un río, y su novio grita desesperado cuando llega la policía al lugar
de los hechos:
-Mi mujer se ha
caído al río, búsquenla corriente arriba.
-Pero señor,
tendremos que buscarla hacia donde va el río, a favor de la corriente.
-Hágame caso, a
esta le gusta llevar siempre la contraria.
Volviendo al
hilo de la cuestión, téngase presente que todo “lo que se resiste, persiste”, y
lo peor es que persiste a menudo en una espiral diabólica de escalada bélica.
Con tales holguras, lo suyo será añadir que, al igual que una vida sin
conflictos nos tornaría tontos…también
es cierto que responder a ellos con hostilidad, representaría el nivel más
extraviado y degenerado para tratar el fino material de la vida humana. De
este modo, en el ámbito de cualquier interrelación mutua, usar la protección
directa y la resistencia bruta a base de endurecer cuerpos y molleras de hoz y
coz, echando más cemento en la cabeza, ha acabado las más de las veces por
dañar más que salvar a nadie. A saber que, los gallos de pelea pierden siempre.
Y en la actualidad, más que nunca, tenemos que estar muy conscientes de no seguir
difundiendo una actitud tan manifiestamente irracional.
De modo que,
salvando negruras, la maravillosa tecnología del Tui-shou del Tai-chi, se
muestra como una herramienta imprescindible para eliminar este craso error
humano, o sea, el grosero intento de
oponerse bailando con nuestra “energía oscura”. Y el proceso está en marcha,
aunque todavía quedan no poca cochambre que barrer y muchas sombras que
iluminar.
Esto al margen
y argumentando en paralelo, practicar Tai-chi-chuan sin retos, sin enfrentarnos
a conflictos a resolver, sería un Tai-chi-chuan que se hunde en el guacamole de
su propio embuste. Sería como “acariciar la nada”. Anodino y sin valor. Sería
como vivir la vida encerrado en una burbuja sin ningún problema que nos haga
progresar.
Ahora viene lo
bueno:
UNA RESPUESTA SUPREMA A LOS CONFLICTOS
El Tai-chi-chuan
despliega las campanas al vuelo apuntando muy alto, porque trae audazmente
incorporada, de serie, la maravilla de una solución eficiente y de altura
suprema, que en modo figurativo es como sigue:
“Doblarse es permanecer intacto”
La desensibilización
sistemática de las respuestas, encanalladas y engoriladas, que bullen abrasadoras,
como lava candente desde las profundidades de nuestro ser, es el procedimiento
que se escenifica en Tui-shou (empuje de manos).
Aprendiendo a
ceder ante empujes o tirones del oponente a base de ceder, neutralizar y
devolver la acción en contra de la otra persona y a favor nuestro, en un latido
continuo que nos hará crecer espiritualmente.
Desactivando así
la programación por medio de todo un despliegue de estímulos graduales que nos
hagan romper la asociación entre el estímulo conflictivo predispuesto
artificialmente en el Tui-shou, y la común reacción asilvestrada del hombre
ordinario.
Alcanzando de
este modo, la sublime altitud por actitud flexible y serena bajo presión
extrema.
Y es que la
dureza es buena, pero sólo es buena en las piedras. Para el hombre virtuoso, la
solución magnánime a los conflictos es doblarse impecable como la hierva frente
al viento. Extraordinaria solución que gravita sobre cualquier arte
marcial supremo, que se precie de serlo. Y, como
el Tai-chi-chuan no lo es menos, abanderado por su exquisito Tui-shou, nos
tiende un puente de oro hacia el principio que se generaliza en el concepto
apriorístico de la
NO-RESISTENCIA.
Bien
sentado lo anterior y siendo fieles a la “economía de la energía” y a su sentencia
minimalista “menos es más”, y que deriva de la doctrina china Taoísta, que
valora cómo con la “suaviter in modo”, se puede dominar a la fuerza en
alas del “hacer sin hacer”, “hacer lo justo”, “hacer sin forzar” (Wu-wei); que viene a ser lo mismo que
desplegar las velas al viento, seguir la corriente del río o cortar la madera
por la veta.
Desde los
tiempos más remotos se conoce bien la bonanza de esta filosofía con solera, que
impregna todo el Tai-chi-chuan, dentro y a través del cual, como arte supremo
de no luchar, el Tui-shou parece ser la mejor dicha, por no decir, la única
propuesta para conseguirlo exitosamente.
Su triunfo consiste
en que:
“Inclinarse
es mantenerse recto”.
“Las cosas más
blandas pueden superar a las más duras”.
De ahí que los
dientes acaban cayéndose por duros, mientras que la lengua permanece por
blanda.
Todo esto aporta como consecuencia, una
evolución en nuestra conducta, gracias al enfrentamiento correcto a los
conflictos, y que se traduce en:
Cambiar el
cerrarse en protección, con abrirse con confianza, que transforma la oposición
con el otro por la relación enriquecedora.
Dejar la
postura de “tener razón” por la de “me interesa tu enfoque”.
Sustituir el
“tener algo que defender” por tener “algo que compartir”.
Cambiar el
contraerse por el soltarse.
Cambiar
aferrarse por liberarse.
No hay consejo
más productivo y lleno de belleza que el que va implícito en el Tui-shou: ”Véngate de tu enemigo, siendo tu
mismo bueno y honrado”, transformándose en un instrumento de paz. Y donde haya
odio poner cordialidad.
Por ejemplo:
Si somos
amables, la gente puede acusarnos de tener motivos ocultos para ello, seamos cordiales
igualmente.
Si tenemos
suerte en la vida, podemos ganarnos amigos falsos y enemigos verdaderos, seamos
cordiales igualmente.
Si somos
honrados y sinceros, puede que la gente trate de engañarnos, seamos honrados y
sinceros igualmente.
Si somos buenas
personas puede que la gente trate de manipularnos, seamos cordiales igualmente.
Si encontramos
la tranquilidad, puede que alguien nos tenga envidia y trate de rompernos la
tranquilidad, estemos tranquilos igualmente.
Sentado lo
anterior, lo cierto es que, cada conflicto es un nuevo motivo de práctica, una
nueva lección que allana el camino del hombre sobre todo lo que necesita saber
para evolucionar. De modo que, si no existen conflictos, no habrá evolución. De
ahí el popular dicho de sabiduría china, “usar
los conflictos como peldaños”.
O sea que, “el obstáculo es el camino”. Y todo
esto no hace más que reafirmarnos que, el objetivo último de un arte marcial
supremo, como lo es el Tai-chi-chuan, reside en ser un medio de armonizar ante
los posibles conflictos, y de paso, la oportunidad de disponer de un remanso de
exploración interna en un precioso viaje hacia la libertad. Y ahora cabe
preguntarse ¿Cuánto cuesta la libertad? La libertad cuesta:
La liberación del ego.
La presencia mental.
El estado de plena atención
sobre el entorno.
Pero como
siempre hay demonios deseables en sobrevuelo por doquier…
En tal sentido,
conviene hacer la vista gorda, y aparentar que no se ven hasta que, con armonía feliz, necesitemos
ceder y rebotar, con cierto cariño, al que se
nos acerque mucho. Y si me permite esta ironía inicial…como bien hacen los chinos, con
su actitud siempre de ojos “sospechosos” y sonrisa inmutable, finalizaré
aconsejando,
ahora en serio, que
no se puede
conseguir lidiar en armonía con los “demonios”, sin entrecerrar un poco los
ojos, y en un rictus amable, elevar la comisura de
los labios…
Artículo Original de Félix Bargados
Todos los derechos reservados.
CONTINUARÁ…
Etiquetas:
Tui-Shou 8 Felix Bargados
Ubicación:España
Langreo, Asturias, España
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