ABANICO DE
TAI-CHI
Ma-Tsun-Kuen
Autor: Félix Bargados.
“El mapa más exacto del mundo
es totalmente inútil, si el mapa no tiene ningún significado o si tiene uno
falso”
Aunque los
tiempos han cambiado, y el Tai-chi contemporáneo, cual ave fénix, ha recuperado parte de la
autenticidad que tuvo en su época dorada haciéndose eco de su "Camino Supremo", todavía merece la pena aventar ciertas cosas, porque como del advertir nace el reparar, sirva para evitar el recurrente error de la inutilidad del trabajo con
abanico debido al soslayo de la comprensión de su finalidad.
El trabajo
de abanico sin significado sería algo de tamaña simplonería que no merecería la
pena ni aprender, ni practicar.
Uno con
significado quimérico menos.
Quiero
expresar con esto que, si bien es lícito alimentar dudas sobre el absurdo de practicar
abanico de pandereta, sin conocer su significado, no lo es menos un hecho que
quizá debamos aparcar porque carece absolutamente de sentido. Me refiero al
malentendido que se ha propagado como la yesca, sobre la finalidad de un
significado falso, puramente decorativo, ornamental, estético, y obviando por
estulticia, otorgar prioridad a sus verdaderos atributos.
Pues esas
incongruencias no son mayores que las que se otorga al Tai-chi-abanico con un
fin en si mismo, con un fin en el trabajo de abanico en si mismo.
Sentado esto, ni que decir tiene que, la práctica del abanico no posee un fin en si mismo, sino el ser un medio para conseguir algo diferente, algo hermoso por espiritual.
Sentado esto, ni que decir tiene que, la práctica del abanico no posee un fin en si mismo, sino el ser un medio para conseguir algo diferente, algo hermoso por espiritual.
Como es bien sabido, el fin no es practicar abanico, sino que la práctica del abanico está construida sobre sagrados movimientos que nos ayudan a viajar hasta lo más profundo del alma humana, y transformarla en pura como el agua cristalina, translucida como el cristal y pulida como un espejo claro.
El abanico es una excusa externa, una excusa más para promover que la energía florezca hacia las manos en favor de su apertura-cierre, para propulsar energía hacia fuera, en este caso al abanico y dejarse mover por ella, en este caso desde el abanico.
Y, en general, para acariciar el viento, para ser como el agua, para detener el tiempo en momentos plenos de eternidad.
El abanico es una excusa externa, una excusa más para promover que la energía florezca hacia las manos en favor de su apertura-cierre, para propulsar energía hacia fuera, en este caso al abanico y dejarse mover por ella, en este caso desde el abanico.
Y, en general, para acariciar el viento, para ser como el agua, para detener el tiempo en momentos plenos de eternidad.
Pero para
comenzar por el principio y en aras de contextualizar el uso del abanico y
concluir en su verdadero y profundo significado, antes tomaremos impulso atrás
porque así como la vida se vive hacia delante, se comprende hacia atrás.
Tan atrás
que se remonta a tiempos del homo-igneus. El abanico se conoce por primera vez
en tiempos prehistóricos junto al dominio de la “llama de luz”, para aventar las
brasas.
Los
descubrimientos arqueológicos nos lo sitúan por vez primera en el imperio
egipcio, con el uso de apartar los mosquitos del Faraón.
En China, la
tradición del abanico se remonta al 2.500 A .C. Atribuyéndose la invención a la hija
de un mandarín, que ante un calor sofocante en un baile de disfraces, a fin de
refrescarse pero evitando mostrar el rostro prohibido de mujer, comenzó a
agitarlo a gran velocidad. Al ser imitada por otras mujeres, nació el “pay-pay”
o abanico de una pieza rígida.
Pronto el
abanico en China tuvo otros usos, el abanico paso a ser un objeto utilizado más
bien por los hombres, que lo portaban en el cinturón o manga del kimono. Usado
para apoyo de la comunicación verbal, a base de dibujar ocasionalmente, con el
en el aire, caracteres chinos.
El abanico
plegable “Sentsu” fue inventado en Japón inspirándose en las alas de un
murciélago. Pero pronto evolucionó a uno
de varillas metálicas “Tessen” que comenzaron a usar los samurais, como arma
oculta. Cuando estos entraban en la casa de un gran señor, debían dejar las
armas a la entrada. Para no sentirse desprotegidos, entraban con el abanico
metálico, que al no considerarse arma se les permitía portarlo. En definitiva,
las cosas como fueren, tener un abanico en la mano, muchas veces significaba la
diferencia entre morir o vivir.
El abanico
se introdujo en Corea, y de ahí paso a China.
En China, el
abanico evolucionó a uno más ligero y de puas envenenadas incrustadas, pero que
eventualmente también podían ser lanzadas. Este, se podía usar tanto plegado, a
modo de porra o arma blanca punzante, como desplegado para desgarrar o para
defenderse como un escudo ante armas arrojadizas. Asimismo solía incorporar
trozos de metal para deslumbrar, y un cordel para poder usarlo como arma
arrojadiza del tipo “manguan” (maza de cadena).
Entonces se desarrollaron técnicas de autodefensa y se incorporaron, como agua para chocolate, a la filosofía de cada arte marcial.
Entonces se desarrollaron técnicas de autodefensa y se incorporaron, como agua para chocolate, a la filosofía de cada arte marcial.
En el caso
del Tai-chi se incorporó a su filosofía, refinado en provecho de sus principios
Taoistas y, por supuesto, con todas sus aplicaciones marciales de la “no
resistencia”, que aportan el sentido de donde hay que llenar-vaciar la energía
y donde inhalar-exhalar, puesto que eso depende únicamente del adversario
hipotético y de la energía que cambia con entre ambos en un entrelazado
complementario e intercambiante.
Así funciona
el arte marcial verdadero.
Pero de
forma oficial, se incorporó relativamente pronto. Fue en 1.970 y su
incorporación vendrá marcada por la influencia de la nueva gimnasia del régimen Maoísta, en algunas ocasiones pervertida hasta los tuétanos, cuando ha llegado a ser objeto de atención prioritaria el estirado goce estético y
del placer de ser observado, para vestir egos con halo de misticismo. Conformando el sistema como una casa en restauración, que le quitan todo lo de adentro y sólo queda la fachada. A esta impostura, y como no
puede ser de otro modo, no podemos sumarnos, pero si mencionarlo, aunque sabemos que no hace tanto bien en el mundo la verdad como daño hacen sus apariencias.
El abanico llega a Occidente a través de tres vías:
El abanico llega a Occidente a través de tres vías:
La primera se vehiculó gracias a Hernán Cortes. Al cual, el rey
Moztezuma le regaló varios abanicos de plumas para refrescarse, y como ornamento
de puro escaparate.
Seguido a corta distancia por la introducción a través de los Jesuitas que
intentaron cristianizar China y Japón. En esa época, el abanico rompe aguas con el uso del mismo como
lenguaje secreto de complicidad amorosa, y así es como llegó a la Corte de Versalles. Para
coquetear y flirtear a diestro y siniestro.
Existe una
tercera vía, a través del Tai-chi. Esta es una vía mística de la que casi nadie parece
darse cuenta de para que sirve. Y ahí es donde radica el malentendido. Ahora
parece obligado plantear alguna candente pregunta:
¿Qué tipo de
Tai-chi-chuan es el de la tercera vía?
¿El
ornamental a modo de Moztezuma, el mariposeo de Versalles, o el híbrido de
Moztezuma en la Corte
de Versalles?
Hasta donde yo sé porque también en el pasado he padecido el error, parece que a muchos solía perseguirnos la sabiduría, pero íbamos más rápido, abismados a practicar como una panacea suprarracional de resonancias peregrinas que obedece a una providencia de cielos prometidos. O sea, con el
de, no se porque se hace tal y cual cosa, pero si mucha gente lo hace algo bueno tendrá. Y... en último
término queda el motivo chirigota a modo de “efecto Moztezuma” o el del “efecto
Versalles”.
En definitiva, que se roba el supuesto arte y después se le inyecta la belleza esteril en un nuevo mundo que gusta de la exaltación del facilismo y la vulgaridad, en detrimento de sus virtudes que se pierden como los ríos se pierden en el mar..
En definitiva, que se roba el supuesto arte y después se le inyecta la belleza esteril en un nuevo mundo que gusta de la exaltación del facilismo y la vulgaridad, en detrimento de sus virtudes que se pierden como los ríos se pierden en el mar..
Confundir en
Tai-chi-abanico lo bello con lo bueno, sería un craso error. Pero no lo es menos
practicar Tai-chi-abanico por belleza bobalicona.
¡Si! simple y llana belleza, eso que dicen que no importa, pero que es lo que más preocupa.
Eso que, como la "Bella" dijo a la "Bestia", reside en el interior...pero se busca en el exterior.
Y lo cierto es que siendo por eso, porque esforzarse habiendo cosas más lindas y más fáciles, como el baile regional o la zumba. Lo respondo yo mismo: porque las estrecheces de espíritu desembocan en testarudez.
¡Si! simple y llana belleza, eso que dicen que no importa, pero que es lo que más preocupa.
Eso que, como la "Bella" dijo a la "Bestia", reside en el interior...pero se busca en el exterior.
Y lo cierto es que siendo por eso, porque esforzarse habiendo cosas más lindas y más fáciles, como el baile regional o la zumba. Lo respondo yo mismo: porque las estrecheces de espíritu desembocan en testarudez.
Y por si fuera poco, en un panorama próximo pero distinto, hay personajes con motivos que buscan a tientas. Y lo afirmamos porque cuando les preguntan sobre el motivo, y a
la experiencia me remito, se suele naufragar al argumentar motivos de abracadabras propios
de trasgos, tan irrisorios que rayan la impudicia, como puede ser la bobería de
mejorar la artrosis de los dedos ¡Los dedos de la mano derecha!
Primero y para responder a tonterías con el mismo arma: que si mejora la artrosis, el individuo empeora. Y lo que se necesita es que la artrosis empeore para que el individuo mejore.
Segundo que, aunque fuese verdad, el abanico se maneja sólo con la derecha. A lo que pienso que si fuera por eso, más valía mover los dedos y la muñeca con el acordeón o el ganchillo. O el combo de ambas actividades, es muchísimo más completo y menos complejo.
Primero y para responder a tonterías con el mismo arma: que si mejora la artrosis, el individuo empeora. Y lo que se necesita es que la artrosis empeore para que el individuo mejore.
Segundo que, aunque fuese verdad, el abanico se maneja sólo con la derecha. A lo que pienso que si fuera por eso, más valía mover los dedos y la muñeca con el acordeón o el ganchillo. O el combo de ambas actividades, es muchísimo más completo y menos complejo.
Somos conscientes de que la verdad absoluta no existe, y eso es absolutamente cierto, pero aún así, no está de más que plantemos cara a lo que de un tiempo a esta parte se
nos antoja como una maldición aseveradora de valores inversos. Pues es
inevitable reconocer que el malentendido se multiplica cuando en más de una
ocasión hemos visto como al decir la verdad se cae en el pozo del mentir. Me
explico. El tema es que no cumpliendo el triple atributo “arte marcial, salud,
estética”, de todos los que lo defienden aseguran cumplir. Pero es imposible
hacer lo que no se conoce. Eso es como querer que las alas arraiguen y que las
raíces vuelen, que es lo mismo que decir que nadie puede enseñar lo que no
sabe ni interesa.
-Oye Jaime, que es peor, la ignorancia o el desinterés.
-No lo sé, ni me importa.
Chanzas a parte, todo esto nos lleva a patentizar que en la vida humana palpita una conducta muy recurrente: predicar y no practicar . A saber que, practicar nunca mató a nadie, pero ¿para que arriesgarse?
-Oye Jaime, que es peor, la ignorancia o el desinterés.
-No lo sé, ni me importa.
Chanzas a parte, todo esto nos lleva a patentizar que en la vida humana palpita una conducta muy recurrente: predicar y no practicar . A saber que, practicar nunca mató a nadie, pero ¿para que arriesgarse?
Esto al
margen, y volviendo al tema nuestro, la forma de abanico contiene todas las
posturas del Tai-chi-chuan a mano vacía, relajado, despreocupado, sin
resistirse al suelo, penetrando internamente como si se tuviesen raíces y absorviendo
energía, siendo consciente del espacio entre los brazos y el cuerpo, así como
de la relación entre ambos brazos que se elevan mientras el cuerpo se hunde y
que se caen mientras el cuerpo se eleva. Siendo consciente del eje central que
permanece constante dentro del ciclón de cambios cada postura es precedida de “transiciones”
que corresponden a los cambios del oponente y son los caminos que conducen a la
postura. O sea que, la forma de abanico consta de transiciones y posturas. Las
posturas son la expresión energética simplificada y cristalizada de diez mil
ondas que se ocultan bajo su potencial adaptativo, mientras que las
transiciones son el “arte”, el camino creativo para llegar a esa hermosa expresión,
y por eso es extremadamente importante depurarlas.
Y en el
estilo Ma-Tsun-Kuen magnificamos su importancia. Magnificamos la importancia de la postura en general.
Las posturas
del abanico tienen su base y han sido refinadas desde las técnicas de mano
vacía. Las denominaciones de las mismas, son unas veces figurativas (del tipo
paisaje primaveral en la tierra) y otras descriptivas (del tipo cerrar el
abanico).
La forma de
abanico se denomina “TAI-CHI-FAN”.
FAN
significa ABANICO.
TAI-CHI
significa “MAXIMO SUPREMO”.
Forma se
traduce por TAO-LU, que significa “secuencia”. Dando a entender que toda la forma
se entiende como un único movimiento.
TAO-LU
TAI-CHI-FAN sería la forma de abanico del máximo supremo.
Como anteriormente
hemos aseverado, cuando se practica la forma de abanico; como es una forma muy
hermosa, puede caer en el error de confundir la plenitud con el ornamento.
La diferencia estriba en que como ornamento,
lo hará por lo llamativo e impresionante y para que la gente se pare a mirar.
Mientras que el estudiante de corazón blanco, en plenitud, intenta
hacer algo porque lo siente y desea sentir como la energía nace en las piernas
se conduce en la cadera y se expresa en el abanico. Ese es uno de los motivos
de peso para practicar abanico, y ahí radica una de las maravillosas novedades
de la práctica del Tai-chi-abanico de buena ley.
Ahora bien, uno de los
mayores peligros que nos expone el aprendizaje de una forma, es el aprender
movimientos en la oscuridad de la falta de comprensión sobre el propósito y el
significado de cada técnica. O sea, su aplicación.
Tan absurdo es realizar una forma sin comprender a que “situación
problema” corresponde, como aprender un
idioma sin saber que significa cada palabra, en el que cuanto más aprende, más se hundirá en el guacamole de su propio embuste.
En un proceso como el de
aprender una forma de abanico, en el que, una vez sabido “que” debe de hacer; o
sea, que movimiento debe hacer, debe
preguntarse “porqué”. Porqué
es así y no asá. Una vez averiguado el “porqué”, el “como” ya no tendrá sentido
preguntárselo porque el “como” sólo tiene sentido cuando conoce el “porqué” de
tal movimiento.
De modo que, cuando alguien
le explique exactamente como se realiza tal o cual movimiento de la forma de
abanico, pregúntese ¿porqué?
Y automáticamente sabrá
todos los micro-detalles que acompañan a ese movimiento en cuestión, no será
necesario aprender de memoria si se debe tomar aire o expulsar aire, si se debe
emitír energía o se está cediendo. Porque el “porqué” lo soluciona todo
inmediatamente.
Sentado lo anterior, parece
claro que, cuando ha solucionado un “por
qué” no tendrá problemas en el “como”.
Y por tanto, si puede
decirse así: el dogma de una
postura, no existe para ser alcanzado, sino para servir de punto de mira.
Salta a la vista que, con
la clave de preguntarse por la aplicación de todo movimiento, alcanzará de una
sola tacada y en carambola, la comprensión del propósito y del significado. Ambos términos son análogos pero no
unívocos.
El propósito es el fin a alcanzar. Ejemplo, aprender a ascender
la energía desde el suelo, mientras el abanico expresa el chasquido final,
demostrando que se ha transmitido bien la energía.
El significado es la comprensión del modo en que se suceden las
cosas. Así no hace falta aprender la cantidad de energía que se debe comprometer
en cada movimiento, porque el propio entendimiento lo responde inmediatamente.
Quiero decir con esto que si usted aprende un movimiento de balanceo con la
pierna, ese movimiento será anodino, pero si yo le digo que la aplicación de
ese movimiento es una patada a un balón, usted pondrá energía adecuada en el
momento preciso. Y ese movimiento tendrá el “chi-kung” adecuado.
La práctica
del abanico se basa en los mismos principios y sabiduría que las formas de mano
vacía pero con alguna novedad que lo hacen imprescindible. Tal es la
importancia del abanico en el aprendizaje del Tai-chi-chuan, puesto que es una
ayuda inestimable para la auto-expresión a través de la grata sensación que se percibe
cuando desde el interior de nuestro cuerpo llevamos
la energía elástica y continua del “hilado de seda”, en dispersión ascendente, hacia la apertura y
cierre del abanico en toda su brillantez, con el involucrado de todo el cuerpo en armonía. Dicha onda comienza
en una pierna, reverbera en la otra y asciende por la espalda en dirección al
abanico, para expresarse en el con todo su esplendor. Mientras en sentido
paralelo, el abanico sigue las gráciles curvas del Tai-chi (símbolo yin-yang)
compensando en equilibrio perfecto, cada movimiento con sutil delicadeza.
Por un lado,
el abanico es un utensilio de corte muy yin, de modo que se debe hallar la
potencia de transmisión energética y vitalidad yang que equilibre con él.
Por otro, el
despliegue de vigor en la apertura como en el cierre del abanico se verán
sustancialmente incrementados con la energía que le proporcionamos. Ambos son
como las olas del mar. Nunca bruscos, sino en un flujo uniforme y continuo que
se incrementa hasta la fascinante experiencia de aquietarse por completo, y que obedece a la energía
elástica en espiral que llega desde el suelo con pureza y exactitud.
La energía en espiral asciende desde el suelo.
Y se expresa en el abanico.
La energía en espiral asciende desde el suelo.
Y se expresa en el abanico.
Pero la
paradoja que cierra el circulo, es que, primero le damos energía al abanico, pero
a su vez, el abanico es como si cobrara vida y tomara el mando, como si flotara en el aire, y el portador
del abanico tal cual cola de cometa, se abandona a seguirlo, arrastrado por su
rebufo, con el añadido del delicado encanto de sentirse fundido como una pluma
al viento.
Todo esto,
imprime al cuerpo la gratificante sensación invisible y de moverse en melodía rítmica como
si no hubiese gravedad.
Pero
aún hay más, porque todo lo dicho no es sino la antesala de un cambio espiritual
muy sustancial. Si la práctica es intensa, la mente se extasía, la carne y los
huesos se deshacen y en cuanto a la estructura corporal, uno no alcanza a
comprender como es sostenida. El movimiento del abanico es natural, como el
viento. Al fluir con la forma, el portador se transforma en el abanico y ambos
en movimiento entregados al aire, como una pluma al viento que revolotea de un lado a otro
con la brisa.
El abanico y su portador se funden.
Como una pluma al viento.
Entonces se toma conciencia tanto de la movilidad del cuerpo y del abanico, como de la inmovilidad del centro en calma. Todo al mismo tiempo.
Con la quietud durante el movimiento.
Con la quietud en el centro.
La energía va hacia el abanico y vuelve hacia el centro del cuerpo en una danza vertiginosa. A este centro en calma que se armoniza con la movilidad se denomina en el argot de Tai-chi, Ch´an (meditación). Y significa “el corazón de una persona tranquila que se abre para percibir la señal de los cielos”. Pronto, el centro del cuerpo y el exterior en danza con el abanico, se sentirá como la vasija de arcilla del alfarero. La vasija cambia de forma armoniosa mientras da vueltas sin fin, mientras el centro sobre el que rota está en armonía. Y por otro lado, ambos, el abanico y la persona e encontrarán flotando en círculos armoniosos, sin saber con certeza si el viento le cabalga a ambos o ambos al viento. Y esto nos recuerda al mítico "sueño de mariposa" del célebre maestro taoista Chuang-Tzu, que en su iluminación de integración con el Todo, no sabía si soñaba con una mariposa o la mariposa lo soñaba a él.
El abanico y su portador se funden.
Como una pluma al viento.
Entonces se toma conciencia tanto de la movilidad del cuerpo y del abanico, como de la inmovilidad del centro en calma. Todo al mismo tiempo.
Con la quietud durante el movimiento.
Con la quietud en el centro.
La energía va hacia el abanico y vuelve hacia el centro del cuerpo en una danza vertiginosa. A este centro en calma que se armoniza con la movilidad se denomina en el argot de Tai-chi, Ch´an (meditación). Y significa “el corazón de una persona tranquila que se abre para percibir la señal de los cielos”. Pronto, el centro del cuerpo y el exterior en danza con el abanico, se sentirá como la vasija de arcilla del alfarero. La vasija cambia de forma armoniosa mientras da vueltas sin fin, mientras el centro sobre el que rota está en armonía. Y por otro lado, ambos, el abanico y la persona e encontrarán flotando en círculos armoniosos, sin saber con certeza si el viento le cabalga a ambos o ambos al viento. Y esto nos recuerda al mítico "sueño de mariposa" del célebre maestro taoista Chuang-Tzu, que en su iluminación de integración con el Todo, no sabía si soñaba con una mariposa o la mariposa lo soñaba a él.
Artículo Original de Félix Bargados.
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