jueves, 2 de julio de 2015

Como practicar Chi-Kung en todo momento, sin que nadie lo note.

COMO PRACTICAR
CHI-KUNG
EN TODO MOMENTO SIN QUE NADIE LO NOTE
Félix Bargados.
Autor: Félix Bargados.

“Cuidado con lo que piensas, puede hacerse realidad”

Porque todo lo que pensamos tiene un efecto somático.
Se cuenta que de todas las señoras, de un conocido pueblo, que rezaban de vez en cuando a la Virgen, había una más ingenua de lo habitual, que murmuraba:
Mujer orando.
”Señora tu que has concebido sin pecar, haz posible que yo peque sin concebir”. 

De pardillos no es saber que, de igual modo que no es posible pecar sin concebir, no es posible imaginar algo intensamente y no verse transformado por ello.  Y esto porque el Universo conspira a favor de quien enfoca su mente, y como por supuesto, la plasticidad del cerebro y del cuerpo no tiene límites, el hombre puede modificar su cerebro y su cuerpo.
Sólo con su mente.

Eso es lo que propone el Tai-chi-chuan.

Pero no todo el mundo lo entiende así. Es más fácil entender, lo que creo saber que más de uno tiene en la cabeza:

El habitual puro espectáculo de tres al cuarto. Un “deslumbrón” ornamental, por el simple y llano placer decorativo.
Encontrar la salud en el placebo de un anodino acariciar la nada, y otras cosas por el estilo.

Primeramente voy a hacer un par de consideraciones al respecto de la energía implicada en cada movimiento de Tai-chi-chuan.
Primero que esta no se ve a simple vista, pero que no se vea no quiere decir que no esté. Y que se diga que se tiene no quiere decir que este.
A saber que, temas como este siempre se han revelado como una de las mayores atracciones en la trillada senda de la frivolidad. Ni que decir tiene que, siempre queda la sombra de la duda cuando se dicen cosas como que: mi energía interna está presente, sólo que no la ven los demás. 
Tan curiosa como común resulta esta forma de hacerse interesante. Y ese es el engaño corriente, del que somos conscientes, por la proliferación del mismo, aunque se avise de tamaña presunción. Porque, aunque del avisar nace el prevenirse, en realidad, es más fácil engañar que desengañar.
Es muy fácil engañar sobre lo que no es visible.


Soldados.

-Soldado Ramirez, no le visto en la clase de camuflaje.
-¡¡¡Gracias Señor!!!




Segunda que, si bien es cierto que existen muchos estilos de Tai-chi-chuan y que el mismo puede ser hecho de muchas diversas maneras, eso no significa que cualquier manera de realizarlo sea correcta. 
Y por otro lado, que los movimientos sean lentos y carentes de esfuerzo no significa que no se hace nada.
Por eso no conviene comportarse como aquel que dijo: Si llego a saber que aquí no se da ni golpe, hubiera venido antes.

A saber que, no atraemos lo que queremos, sino lo que somos ya plenamente en nuestra mente, ya convencidos. Y somos lo que creemos ser. O sea, lo que el subconsciente siente que somos y lo que imaginamos en lo más profundo de nosotros siempre que sea algo potencialmente realizable y no falso.
Soñar con dinero.


-He soñado que ganaba 500 millones de euros como mi hermano.
-¿Y tu hermano gana eso?
-No el tampoco lo gana.



Sueños vanos.
Los soñadores simplemente sueñan, el hombre del Tai-chi persigue sus sueños con la visualización, y por supuesto, después la expresión real.
Pero visualizar debe ser sobre algo realmente posible.
Visualizar es imaginar lo que queremos, además de sentirlo como si ya lo tuviésemos.  Si no se cumplen ambos factores (imaginar y sentir) no lo conseguiremos. Y en eso se basa el aprendizaje metamórfico del verdadero Tai-chi-chuan. Lo que arroja una nueva luz sobre los que todavía no tienen claro como entrenar este misterioso arte marcial.

El Tai-chi-chuan es una dulce maniobra alquímica que tiene como uno de sus fines transubstanciar el cuerpo de rígido a relajado y elástico, y de elástico en relax al tenso-elástico en continuo resorte neumático muy consistente,  refinado hasta límites espirituales, con la intención de una visualización poderosa, que en breve le explicaré de forma sucinta.

En su cuerpo tendrá la sensación de ser un fluido con cualidades neumáticas, que trasmite las presiones  como una esfera de energía que se hincha y deshincha, irradiando un maravilloso poder interno.
Energía.
A esta experiencia extática se le llama “llenar la forma” de energía Chi.

Hablando de un terreno paralelo pero en el mismo sentido, debo añadir que el Tai-chi-chuan tiene una gran ventaja sobre otros artes marciales: se puede practicar durante todo el día, en la vida cotidiana, de forma invisible puesto que es un arte interno, y como interno que es, no debe verse desde el exterior.
De modo que, en cualquier posición de la vida cotidiana, con sólo su mente y quizá algún pequeño movimiento ralentizado con el cuerpo, puede rellenar su cuerpo de energía Chi. Así introduce la habilidad milenaria del Chi en movimientos naturales, como el que vierte viejos vinos en nuevos odres.
¿Cómo hacerlo?:
Primero reduzca las tensiones somáticas al mínimo, durante la actividad cotidiana y segundo rellene la sensación de vacío con energía Chi.
Veamos

PRIMERO.-
Mano sostiene vaso de agua.
Si por ejemplo coge un vaso, reduzca la tensión de coger el vaso al mínimo y verá como aún lo puede sostener sin que se caiga.
En cualquier cosa que esté haciendo, puede reducir la tensión mucho y seguirá siendo eficaz, o incluso más eficaz.
Esta evitación de energía “oscura” (estado de rigidez ordinaria) en el movimiento, debe producirse en todo el cuerpo a favor de suaves micro-movimientos circulares en las articulaciones. Es decir, si mueve un dedo, con él debe mover todo el cuerpo, no sólo el dedo. Debe mover todo el cuerpo centrado. Quiero decir, en torno a una fuente interna de apaciguamiento, un centro equilibrado, que denominamos “TAI” (Tai del Tai-chi), a través del cual todo ocurre a su alrededor, carente de esfuerzo.  Así es el Tai-chi-chuan.

Ahora bien, el Tai-chi-chuan es muy fácil, pero no tanto. No basta con reducir las tensiones.

SEGUNDO.-
Hay que rellenar los movimientos, haciéndolos consistentes en un llenado y vaciado  de continuo y sin fin.
Durante el transcurso de cualquier acción que esté realizando, y sobre la base de lo anterior, se visualiza el medio que nos rodea muy denso, como si estuviésemos en aceite muy pesado donde cuesta moverse, mientras que a la vez hay un imán exterior muy potente que nos arrastra al movimiento. Esto activa los centros nerviosos que drenan energía, pero sin desgaste (puesto que las contracciones son virtuales). Por eso lo llamamos “fuerzas contradictorias”.
Así el cuerpo se reviste de una fuerza elástica, a modo de una crisálida propioceptiva que fascina por su poderío. Esta es una sensación energética intangible e intrínseca “Chi”.  Una fuerza extraordinaria, una energía extremadamente útil, que no es local, no es concentrada en el músculo en cuestión, sino  global.                  
 La siguiente visualización figura entre las más sugerentes y se amolda como la mano al guante a la sensación que vamos a explicar. Imagine la trompa de un elefante llena de agua. Deberá entonces auto-expresarse como que sus brazos son como la trompa de un elefante, cargada  de agua que expulsa esplendorosamente en un chorro a presión.  
Elefante.
                               
De igual manera sus brazos deben cargarse de agua virtual que sale desde el abdomen, y mientras lo hace, los brazos permanecen en total relajación tenso-elástica, experimentando que la presión de agua y el movimiento parte desde el abdomen  y nunca desde los hombros.
 Mientras la parte inferior de los brazos, se llenan de carga estabilizadora (peso), los dedos tienen que estar expandidos, fluyendo presión de agua hacia ellos, como si  tratara de cubrir todas las pequeñas ranuras de los brazos.
Las extremidades no se articulan rígidamente, sino que se expresan con la sensación interna de “despliegue-repliegue” (apertura-cierre), como si una ráfaga de viento interna o un hálito, imbuyera energía y movimiento; dejando caer a la vez el codo, para dar pesadez a la acción en la parte inferior del brazo y creando el efecto basculante. Rodando sobre las articulaciones como si cada una fuese una bola de Chi y creando una “espiral interior” para soldar la estructura pero sin rigidez. Y ese es uno de los sentidos de torsionar las extremidades en las técnicas. Por último, el movimiento técnico  finaliza en total relajación y con sentido rebotante.

En cuanto al aspecto cuantitativo, y siendo fiel al asombroso “flujo de Chi”, debemos movernos sin excesos ni defectos, sin sobre-extendernos  ni quedar deficitario.
Como si enrollara seda en un ovillo.
Cuando se enrolla seda, no debe hacerse ni con exceso de fuerza ni con defecto de la misma, porque la seda podría romperse o enrollarse anudada.                                               
 Es decir, “sin huecos ni protuberancias”. Sin huecos ni protuberancias significa que todo gesto-forma se realiza sin exceso ni defecto, moviéndose dentro de unos límites razonables. Fuera de los límites la razón no es razonable y el peor de los defectos es moverse por defecto y por exceso.

Todo lo antedicho, no hace más que ilustrar la esencia intima y oculta, que fluye insondable, por debajo de todos los movimientos del verdadero arte inteligente para mentes despiertas, el Tai-chi-chuan.
Así es en verdad, el trabajo energético interno de cualquier arte marcial que se precie. Y el Tai-chi-chuan es de los que más se aprecia.
Pues bien, a esto lo denominamos con toda propiedad CHI-KUNG del TAI-CHI-CHUAN. O sea, “trabajo con la energía del TAI-CHI-CHUAN” o simple y llanamente CHI-KUNG.
Y a esto es a lo que se refiere, en toda su brillantez, el CHI-KUNG, tan celebrado a los cuatro vientos.
Así es como el Chi en el interior del cuerpo vuela ligero cual ave en busca de las altas ramas y alcanza todos los rincones del cuerpo, igual que la vivificante sabia de un vigoroso árbol. Y una vez sabiendo que el cielo no es su medio natural, vuelve a la tierra para reforzar la raíz y proteger la corola de su cuerpo.
Arbol con raices.
Artículo Original de Félix Bargados
Todos los derechos reservados.

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