EL
GRAN SECRETO DEL
EMPUJE DE MANOS
EN TAI-CHI
Texto: Félix Bargados
“Experimenta tu
vida como el camino de rosas que es,
y haz que puedas
vivir conflictos interesantes”
¿Le parece extrañamente contradictorio? Pues a mi
me parece simplemente extraordinario. Se lo explico lo más simple y taxativo que
puedo:
En verdad, salta a la vista que para ver bellos
parajes, hay que escalar altas lomas. Quiero decir con esto que, no todo es un
camino de rosas, el conflicto es muy
provechoso y también sazona parte de la vida, como algo tan necesario como
formativo.
¿A
que me refiero con conflicto?
El conflicto es toda situación donde intereses contrapuestos entran en perfecta oposición.
Y, como estos mimbres son una constante en el cesto
de la vida…
me atrevo a decir que, en la vida real es
prácticamente improbable que se presente una dinámica de conflicto cero.
Esta obviedad nos reafirma que, no esperemos una
vida anodina por carencia de demonios, puesto que el demonio nunca pudo ser
vencido. Y menos mal, porque su carencia nos acarrearía debilidad de espíritu y
condicionaría al hombre a estar en el mundo como están los huevos en la nevera.
Pero el caso es que, somos los actores de la obra
de la vida. Y mientras “el animal irracional nace, el hombre se hace”. Quizá
esto nos haga más conscientes desde este momento que, todo está lleno de
fantasmas acechando a nutrir el alma humana de soluciones provechosas.
Habida cuenta que, desde los pensamientos y/o
sentimientos encontrados, pasando por el caso del niño que se enfrenta al
adulto porque no quiere hacer lo que debe, hasta las dramáticas guerras que han
tenido lugar a lo largo de la historia de la humanidad, todo son conflictos
provechosos para el que esté atento y con buena actitud.
Sentado lo anterior, lo cierto es que, cada
conflicto enseña al hombre todo lo que necesita saber para evolucionar. Y si no
existen conflictos, no habrá evolución. De ahí el popular dicho de sabiduría
china, “usar los conflictos como
peldaños”.
Es
verdad con todo que, las respuestas a los conflictos son muchas y muy variadas.
Se ha extendido como un reguero de pólvora, el espejismo de que, ante una
situación peligrosa, sea mejor reaccionar con el vértigo salvaje de enfrentar
una actitud manifiestamente opuesta, disponiendo una coraza muscular y
contrariar así al oponente. Es decir, la educación nos ha enseñado a
enfrentarnos a los conflictos con reactancia y resistencia. Pero téngase
presente que “lo que resistes, persiste”, y lo peor es que persiste a menudo en
una espiral diabólica de escalada bélica. Con tales holguras, lo suyo será
añadir que, al igual que una vida sin conflictos nos tornaría tontos…Y argumentando en paralelo, practicar Tai-chi-chuan
sin retos, sin enfrentarnos a conflictos a resolver, sería un Tai-chi-chuan como
“acariciar la nada”. Anodino y sin valor. Sería como vivir la vida encerrado en
una burbuja sin ningún problema que nos haga progresar.
Ahora bien, en el ámbito de cualquier interrelación
mutua, el grosero intento de oponerse bailando nuestra “energía oscura”, usando
para ello, la protección directa y la resistencia bruta a base de endurecer
cuerpos y molleras de hoz y coz, echando más cemento en la cabeza, ha acabado las
más de las veces por dañar más que por enriquecer. A saber que, los gallos de
pelea pierden siempre. Y en la actualidad, más que nunca, tenemos que estar muy
conscientes de no seguir difundiendo una actitud tan manifiestamente
irracional.
UNA RESPUESTA SUPREMA A LOS CONFLICTOS
El Tai-chi-chuan echa las campanas al vuelo apuntando
muy alto, porque trae audazmente incorporada, de serie, la maravilla de una
solución eficiente y de altura suprema, que en modo figurativo es como sigue:
“Doblarse es permanecer intacto”
La
desensibilización sistemática de las respuestas, encanalladas y engoriladas,
que bullen como lava candente desde las profundidades de nuestro ser, es el
procedimiento que se utiliza en Tui-shou (empuje de manos). Desactivando su
programación y presentando todo un despliegue de estímulos graduales que nos
hagan romper la asociación entre la reacción asilvestrada, y el estímulo. Alcanzando sublime altitud por la
actitud flexible y serena bajo presión extrema.
Que la dureza sólo es buena
en las piedras. Pero para el hombre, la solución magnánime a los conflictos es doblarse
impecable como la hierva frente al viento. Extraordinaria solución que gravita
sobre cualquier arte marcial supremo, que se
precie de serlo. Y, como el Tai-chi-chuan no lo es menos,
abanderado por su exquisito Tui-shou, nos tiende un puente de oro hacia el
principio que se generaliza en el concepto apriorístico de la
NO-RESISTENCIA.
Siendo fieles a la “economía de la energía” y
a su sentencia minimalista “menos es
mas”, y que deriva de la doctrina china Taoísta, que valora cómo con la “suaviter in modo”, se puede dominar a la
fuerza en alas del “hacer sin hacer”, “hacer lo justo”, “hacer sin forzar”
(Wu-wei). Que viene a ser lo mismo que desplegar las velas al viento, seguir la
corriente del río o cortar la madera por la veta.
Desde los tiempos más remotos se conoce bien la
bonanza de esta filosofía con solera, que impregna todo el Tai-chi-chuan,
dentro y a través del cual, como arte supremo de no luchar, el Tui-shou parece
ser la mejor, por no decir, la única propuesta para conseguirlo exitosamente.
Su triunfo consiste en que:
“Inclinarse es mantenerse recto”.
“Las cosas más blandas pueden
superar a las más duras”.
De ahí que los dientes
acaban cayéndose por duros, mientras que la lengua permanece por blanda.
Todo esto
trae como consecuencia una evolución en nuestra conducta que se traduce en:
Cambiar el cerrarse en
protección, con abrirse con confianza, que transforma la oposición con el otro
por la relación enriquecedora.
Dejar la postura de “tener
razón” por la de “me interesa tu enfoque”.
Sustituir el “tener algo
que defender” por tener “algo que compartir”.
Cambiar el contraerse por
el soltarse.
Llegados a este punto,
quizá alguien se pregunte ¿porque denominar empuje de manos a algo tan
sofisticado?
EL TERMINO “EMPUJE
DE MANOS” TIENE SUS RAZONES
La razón que justifica tal
denominación, es simple y llanamente un motivo
de seguridad. Sería contrario
a este motivo utilizar otro tipo de acción como
por ejemplo un golpe que pudiese causar daño.
También se usan en
principio rodamientos hinchando y deshinchando (Pan y Lu) así como tracciones
(Tsai), presiones (Chi), choques (Khao), maniobras de codo (Zhou) y divisiones
de la energía (Lieh). En la práctica del Tui-shou, aunque se puede
utilizar cualquier técnica para poner el reto, se utilizan en primera
instancia “técnicas de empuje” (An), de ahí el término.
Aunque por su delicadeza y
sutileza, prefiero denominarlo:
“MANOS SENSITIVAS”.
Esto es por una razón práctica, puesto que el empuje
es en suma, una herramienta extremadamente sensible para enseñar
al practicante la
capacidad de comprender la
intención, profundidad e intensidad de la energía de los demás, para
a continuación, poder transformarla.
También se ha venido a
denominar:
“MANOS PEGAJOSAS”
Esto es porque para
escuchar y comprender lo que quiere hacer el otro, debemos estar
pegados-adheridos a él.
A la luz de todo lo
argumentado, salta a la vista que el Tui-shou es una práctica inteligente y divertida
con compañero, que consta unas veces de una serie de hermosos diálogos físicos preestablecidos
y otros de frescura libre en forma de entrelazados de ida y vuelta fluyentes.
De modo que al movernos con la fuerza del compañero, evitamos que este pueda
utilizar la energía contra nosotros. La explicación es que si no existe
resistencia a la energía del otro, esa energía no tiene nada contra lo que
actuar, porque sería como actuar contra pompas de jabón, elásticas e irrompibles,
que flotan en el aire. Ahora bien.
¿QUE SE BUSCA CON EL TRABAJO DEL TUI-SHOU?
Aprender a “ARMONIZAR” con
los demás y de paso con nosotros mismos.
De ahí viene su enorme
belleza y su tremendo poder para el cambio y el crecimiento personal, porque en
realidad, no hay nada tan revelador como trabajar con otra persona para
descubrir nuestras propias resistencias, y el límite concreto donde el
pensamiento y el hacer entran en conflicto.
¿Cuales son las NORMAS del
juego?
La norma
axial del juego es “tocar” el eje del otro, y no ser tocado
en alternativas acciones de empuje, tracción o cualquier otra técnica, donde el
que no realice
correctamente el contra-balance energético, no se relaje o no sea sensitivo a
la fuerza interna del otro, se
encontrará con su “figura rota”, se encontrará desenraizado y saldrá despedido
automáticamente del juego por una acción del compañero. El eje es la línea
central que atraviesa el baricentro y que corresponde a la masa concentrad del
todo el cuerpo. Si se toca (empuja) el individuo será desestabilizado.
Ahora bien, “hacer” debe
empezar por “no hacer”. O sea que, antes de hacer algo hay que saber evitar los
errores de lo que creemos saber hacer. En
base a esto, las NORMAS conductuales del
juego son lo que resta de EVITAR LOS
ERRORES TÍPICOS :
“No aferrarse”.
Quiero decir con esto, no
aferrarse a lo que queremos, sino transformar la intención del otro en la
nuestra en un contra-equilibrio, como cuando empujamos una puerta giratoria, y
esta nos lo devuelve por el otro lado.
También podemos denominarlo
“seguir al otro para llevar al otro”,
que significa comprender lo
que quiere hacer, para comenzar con su intención y continuarla con la nuestra.
“No mostrarse ni ser deficitario”.
Significa que no hay que
poner excesiva energía, ni insuficiente. La energía debe ser justa para no ser
descubiertos por el adversario en nuestras intenciones.
“No insistir, no resistir”.
Lo cual quiere decir que
forcejear tanto en lo que queremos como en lo que no queremos que haga el otro,
no es procedente.
“No doble peso, y no doble flotación”.
Queremos
decir con esto que no hay que trabar la estructura (en ninguna parte del
cuerpo) y que tampoco hay que mantenerse mórbido. Por el contrario hay que
mantener un sistema flotante y energético.
“No perder contacto”.
Separarse del contacto o mantener excesivo contacto
hace que perdamos la cualidad “pegado-adherido” y que no podamos
“escuchar-comprender” las intenciones del compañero
Por último, la FILOSOFÍA CONDUCTUAL , nos anima a usar las
perdidas para el crecimiento espiritual que se ha venido a denominar “invertir
en perdidas”, “retrasar la gratificación”, “saborear lo amargo” , “aire de huésped” y a responder con "aplomo ante violencia"(Zeng Man Quing).
“Invertir en
perdidas”, es no querer vencer a toda costa, porque querer conseguir
resultados en detrimento de las consecuencias, a toda costa es improcendente en
un camino espiritual como lo es el Tai-chi-chuan. Confundir resultados con
consecuencias es como confundir hambre con apetito.
“Retrasar la gratificación”. Se refiere a ser feliz con
las experiencias, porque la “meta es el camino”. La búsqueda de resultados inmediatos
genera astucia por ganar, mientras que a través de las consecuencias de la
buena práctica, en desapego, no hay lucha. Todo se favorece y nada se combate.
“Saborear lo amargo”. En base a la sabiduría
“ningún error, ninguna ganancia”, este principio nos estimula disfrutar de los
errores, a sacar lo positivo de todo aparente fracaso. En realidad todo es un éxito
si se sabe sobrellevar su enseñanza amarga pero fructífera.
“Gentileza de huésped”, que significa, no siendo
servil, demostrar aire agradecido y respetuoso sin tratar de prevalecer nunca
sobre el compañero. Amabilidad sin fronteras, aun a pesar de lo duro o trabado
que pueda estar el oponente. Si lo piensa bien, esto no es simplemente una
norma, sino que es un beneficio práctico que revertirá hacia nosotros como un
boomerang. Como dijo Lao-Tse: “con los buenos soy bueno y con los malos soy
también bueno”.
“Aplomo ante
violencia”.
Violencia es la amenaza de daño, muchas veces cruel, bruta y asilvestrada. Pues
a estas acciones, hay que responder siempre sereno y circunspecto con la fuerza
de voluntad asertiva se superar los impedimentos con la mayor dulzura posible.
¿Y, como funciona la mecánica de este juego?
Pues, para comprender un
poco mejor, pensemos en términos abstractos. Y para ello, valga como ejemplo, el
prosaico de los tres trabajadores, que aunque en un terreno más material, se
nos ha mostrado sumamente revelador:
Un trabajador A, encaramado al primer piso,
lanza un ladrillo al trabajador X que es novato. Este placa firmemente el
ladrillo trabando sus piernas y poniendo su cuerpo rígido, tal y como se
entiende por una persona normal y corriente. Después arranca con un nuevo
impulso, que sabe a tosco, lanzándolo al trabajador C que está en el primer
piso de un edificio colindante. Esta operación se realiza una vez tras otra, muchas
veces hasta que el trabajador X se desfonda y ya no
puede más.
Entonces lo sustituyen por
el experimentado trabajador B, y aquí viene la parte provechosa de la metáfora.
En este caso, B no frena el ladrillo de A, sino que lo amortigua con sus brazos
y piernas y usa la amortiguación con el “efecto columpio” que le ayuda a
lanzarlo a C ¡Sin gastar ni una gota de energía! Y además sin sufrir ningún
impacto en sus manos. Este es un ejemplo muy simple de la mecánica del Tui-shou
para la comprensión de la no-resistencia, que es la ley máxima en Arte Marcial
supremo, y el encanto de la vida.
La realidad a la que nos
referimos todo el tiempo, es que esta práctica tan valorada por los practicantes
de Tai-chi-chuan, busca armonizar con nosotros mismos, con el mundo, y con los
demás ofreciendo siempre el aire de un huésped. Aunque para ello habrá que
limar más de una aspereza:
La más común es abandonar
la vieja costumbre de la “resistencia
mutua”. Que es cuando nuestra energía y la del oponente son opuestas, y sentimos
que aumenta la incomoda presión en el contacto.
La nueva virtud, fresca y
vivificante, que nos aporta el Tui-shou es el dominio de las fuerzas
coincidentes. Que es cuando la
coincidencia de nuestra energía con la del adversario está en perfecta
sintonía, optimizando la armonía y fluyendo con él en excepcional deleite.
SI LA PRÁXIS ES JUSTA, EL
ESPIRITU SE VUELVE JUSTO
Tal y como apunta la teoría del isomorfismo psicofísico, los acontecimientos y los hechos psicológicos concurrentes, se
influencian mutuamente. De lo que parece concluirse que, la finalidad no será
otra que solucionar los conflictos a la manera ganar-ganar. O sea que todo el
mundo gane, al modo de que:
NO TE HAGAN DAÑO
NO HAGAS DAÑO
NO TE HAGAN DAÑO
NO HAGAS DAÑO
Y como
conclusión
NO TE HAGAS DAÑO
Esta última, porque no
hacerse daño uno mismo, está en relación con que no te hagan daño y no hagas
daño. Y es que en realidad,
“todo lo que nos pasa por fuera es un fiel reflejo de
lo que nos ocurre por
dentro”.
Cuando uno responde con
pulsiones cavernarias en vez de con calma y sosiego, es porque tiene
agresividad dentro o la auto-genera por la situación exterior. Que viene a ser
lo mismo. Pero responder con agresividad es como tirar carbones encendidos al
otro; al meter la mano, nos quemamos
más que susodicho. Es decir nos sentiremos peor y quedaremos en peor lugar.
Sólo cuando por dentro estemos bien, responderemos bien. Y cuando respondemos siempre
bien es porque por dentro ya estamos bien. Por tanto, podemos afirmar sin miedo
a equivocarnos que, armonizando con el compañero armonizaremos con nosotros
mismos, y a la inversa. No es
compatible la independencia de ambos factores.
De modo que, ¡¡¡el Tui-shou es el trabajo que
necesitamos para descubrirnos a nosotros mismos!!! Y en contrapartida, nosotros
mismos seremos los principales beneficiarios de armonizar con los demás.
Y como es bien sabido que,
una modificación de nuestra conducta técnica, supone en perfecta concomitancia,
una modificación en la hoguera de
nuestras vanidades”.
Para decirlo de otra
manera, la vanidosa satisfacción que se produce en una buena recepción o
descarga nos conduce a la instantánea “congelación
mental” o a los “resaltos de la
mente” y como consecuencia, a la perdida de la frescura en el estado mental
alerta y a la deprivación sensorial fina.
Mientras que
con la nueva propuesta del Tui-shou, el denominado “foco abierto de la mente”, es un estado centrado. Es decir que
desde un centro virtual (el baricentro o Dan-tien) se abren todos los sentidos
en todas direcciones. Un estado contemplativo, silente, sin elección, sin deseo
que limite otras posibilidades. Evitando así dos actitudes poco convenientes
tanto para la respuesta fresca y espontánea como para la salud:
Una es la
distractibilidad de la mente, que salta de un lado para otro, dejándose llevar
por el estímulo más placentero.
Otro es el
estado habitual de no estar en el presente. Porque estar en el presente, no es
lo que usted cree. La mente normal no entiende el estado presente, porque ¡¡¡SORPRENDASE!!!
en realidad SIEMPRE ESTA VIVIENDO CON MEDIO SEGUNDO DE DESFASE.
Pues bien, el Tui-shou nos
obliga a mantener el foco abierto de la mente, como consecuencia a estar en el
éxtasis del presente y en definitiva, a mejorar nuestra calidad de vida.
Y de paso, aprender, si
estamos muy atentos en el presente, a que no hay mal ocasionado por un
conflicto, que por bien no venga a proporcionarme una evolución.
Pero a veces nos obcecamos
en abrir el puño cerrado a fuerza y amenazante, de otra persona, a base de
animalidad bruta; cuando una simple
palabra bien dicha y en el momento adecuado, puede abrirlo. Esta es la suprema
cualidad humana. No golpear y no ser golpeado. Dejar de lado todo tipo de
violencia, incluso la verbal. Más aún, la verbal. Dejar de ladrar a los perros.
Nunca ningún perro aprendió a dejar de ladrar, ladrándole al perro. Dejar de
resistirse a todo, incluso a la maldad.
Esa energía debe ser
ahorrada, porque esa energía conservada atraerá más energía del mismo tipo, y
toda esa energía será la antesala transformadora que trasciende fronteras y nos
conducirá al camino de la
ARMONIA.
Sea el simple empuje, el
tirón, el golpe al que me vea sometido, sea el conflicto que sea al que nos
enfrentemos, sea la desarmonía que sea a la que estemos expuestos, deberíamos
irradiar nuestra armonía imparcialmente
Cualidad natural que
debería ser el perejil de todas las salsas, y no la flor de un sólo día.
Y es que, en verdad, lo que
tenemos en nuestro interior, en todo momento, es lo que irradiamos al exterior.
Y por tanto, no se puede ser médico de otros estando uno mismo lleno de llagas.
O sea que, sin ánimo de ser
exhaustivo, al final, al igual que el zumo de naranja sólo puede provenir de la
naranja, el corazón forjado en oro de armonía interior que llevamos, es la armonía
exterior con la que brillamos. Para ello habrá que ceder, abrirse con
confianza, abrir el foco de interés por los demás, compartir, desprotegerse,
soltarse…
y como siempre hay demonios (deseables) en
sobrevuelo por doquier…
En tal sentido, conviene
hacer la vista gorda, y aparentar que no se ven hasta que, con armonía feliz,
necesitemos ceder y rebotar al que se nos acerque mucho. Y todo esto, no se puede conseguir sin
entrecerrar un poco los ojos, y en un rictus amable, elevar la comisura de los labios…
Artículo Original de
FELIX BARGADOS.
FELIX BARGADOS.
Todos los derechos
reservados
reservados